viernes, 18 de julio de 2008

EXPRESIÓN SIMBÓLICA DE LA FE EN VIA CRUCIS JUVENIL. SIDNEY 2008








Lloran mujeres aborígenes en el Viacrucis


viernes, 18 de julio de 2008
Cuatro mujeres aborígenes lloraron por Jesús de Nazaret en un espectacular Vía Crucis interpretado hoy en Sídney, con la participación del papa Benedicto XVI. 'Maravilloso. Ellas sufrían porque estaban oprimidas por los romanos. Tiene cierto sentido que hoy sean mujeres aborígenes, es un simbolismo más', manifestó el padre Steven Casey, de la Parroquia australiana de Saint Paul, mientras miraba el vía Crucis, desde el Puerto de Darling, uno de los seis puntos de la ciudad que sirvieron de escenario para las trece estaciones.
Antes, a través de las numerosas pantallas gigantes que retransmitieron el espectáculo en parques y plazas de Sídney, había visto la última cena en la catedral de Santa María, en la que Alfio Stutio, el actor australiano de 27 años que representó a Jesús, rompió el pan para compartirlo con los doce discípulos. 'No digo que los aborígenes sigan estando oprimidos en Australia, pero ciertamente viven en condiciones muy difíciles' manifestó el cura de la remota localidad de Karratha en Australia Occidental, que había viajado a Sídney con un grupo de 26 feligreses. El pueblo de Karratha nació a finales del siglo XIX con el establecimiento de una estación ganadera; ahora vive del mineral de hierro y tiene una importante población aborigen, 'pero en Australia Occidental no hubo misiones católicas y por eso no hay indígenas en nuestra parroquia', explicó.
La séptima estación del Vía Crucis continuaba en la pantalla y los presos romanos, entre ellos Simón, el judío oriundo de Africa que sostuvo la cruz de Jesús, estaban representados, como las mujeres de Jerusalén, por aborígenes australianos. Vestían pieles de canguro y llevaban la cara y el cuerpo pintados con ceniza, una señal de duelo en la tradición aborigen, y mientras esperaban la llegada de Jesús al muelle bailaban una danza tradicional del norte de Australia. 'Simón no tenía voz ni voto. Simón, como nuestro Señor, era una víctima', leía la presidenta del Consejo Católico de Aborígenes e Isleños del Estrecho de Torres, Louise Campbell, una indígena de las tierras de Gumdaynggirr, en el norte del Nueva Gales del Sur. 'El participó en la entrega final de Jesús al Padre, su regalo de salvación para con nosotros', y esta situación, añadió Campbell, es similar a la que han vivido los indígenas de este país y los pueblos indígenas de todo el mundo. La religión cristiana es la mayoritaria entre los aborígenes australianos, ya que aproximadamente un 45 por ciento se definen como católicos y otro 45 por ciento como anglicanos, con un escaso uno por ciento que dice procesar religiones tradicionales, indica el censo australiano. 'Esto es resultado de la Generación Robada' dijo a Eli Chatfield, al referirse a los aproximadamente 100.000 niños y jóvenes aborígenes que entre 1910 y 1970 fueron separados por la fuerza de sus familias, dados en adopción o colocados en instituciones religiosas. 'Nos colocaron en una u otra religión, no pudimos escoger, muchos fuimos bautizados como católicos', dijo Chatfield que cuando era una niña fue apartada de los suyos '¡y de eso hace sólo unos cuarenta años!'.
Cuando Eli Chatfield fue dada en adopción en contra de la voluntad de sus padres, su madre pidió dos cosas a las autoridades: 'que me contaran que yo era aborigen y que me bautizaran como católica'. 'Lo he descubierto ahora, de mayor, cuando supe que había sido adoptada y vi los documentos de los Servicios Sociales, y me imagino que mi madre era católica', pero Chatfield no pudo comprobarlo nunca porque su madre ya había muerto cuando logró encontrar a su familia. Por eso, dijo Chatfield, 'es excelente' que los aborígenes actuasen hoy en el Vía Crucis, 'porque los que han querido participar lo han hecho con una decisión consciente, y esto no ocurrió jamás antes'. 'Pero yo, prefiero buscar mi propia espiritualidad', concluyó, y recuperar las tradiciones aborígenes que el pueblo indígena australiano perdió con la llegada del hombre blanco.

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