lunes, 28 de septiembre de 2009

EUCARISTÍA EN HONOR A SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS. PATRONA DE LAS MISIONES. 2009

Jueves 1 de octubre
Santa Teresa del Niño Jesús. MEMORIA OBLIGATORIA
Color blanco. Misa propia y lecturas de feria.


Prefacio de las Santas vírgenes y religiosos. Plegaria Eucarística II.
Monición de entrada y acto penitencial: Recordamos hoy a Santa Teresa del Niño
Jesús, religiosa en el Carmelo de Lisieux, en Francia, desde los quince años de edad.
En sus cartas y, especialmente en su autobiografía, titulada Historia de un alma, nos ha dejado
el testimonio admirable de su vida de fe, en medio de pruebas y de sufrimientos; que no son
otra cosa que la encarnación radical del Evangelio vivido con entera confianza, sencillez y
abandono.
Por la pequeña vía de la infancia espiritual, como ella misma decía, llegó a la casa del Padre a
los veinticuatro años de edad; siendo su vida entera una plegaria ardiente por la Iglesia y por la
evangelización de todos los pueblos; lo que le valió ser proclamada patrona universal de las
misiones.
Nuestra vocación, al igual que la de Santa Teresa del Niño Jesús, es el amor, sin embargo,
fallamos a menudo en corresponder al amor que Dios nos tiene. Por eso, iniciamos la
celebración de los sagrados misterios de la Eucaristía pidiendo perdón a Dios por nuestros
pecados.
Yo confieso...
Colecta: Oh Dios, que has preparado tu reino a los humildes y los sencillos, concédenos la
gracia de seguir confiadamente el camino de santa Teresa para que nos sea revelada, por su
intercesión, tu gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración de los fieles: Oremos ahora confiadamente a Dios Padre, cuya Palabra nos desafía a
salir de nuestra comodidad y a ser discípulos de Cristo para reevangelizar el mundo.
1. Para que el Papa y los que colaboran con él en el gobierno y guía de la Iglesia estén
atentos a las necesidades del Pueblo de Dios y den respuesta a todos los hombres y a
sus interrogantes. Roguemos al Señor.
2. Para que el Señor llame a muchos jóvenes y para que viviendo como Él vivió hagan
creíble su mensaje de salvación universal. Roguemos al Señor.
3. Para que nuestros gobernantes reconozcan que la autoridad les viene de lo alto y que
su misión es trabajar por la justicia y la libertad, favorecer el desarrollo y el respeto a
todo hombre. Roguemos al Señor.
4. Para que se promocione la educación integral de los niños, para que no falten a los
jóvenes maestros de vida, y para que todos los hombres podamos alcanzar la corona
de gloria que Jesucristo nos ofrece. Roguemos al Señor.
5. Para que, alimentados con la Palabra de Jesucristo, tengamos lucidez para juzgarnos a
nosotros mismos y caridad para acoger de corazón a nuestros hermanos,
especialmente a aquellos que nos resultan más difíciles. Roguemos al Señor.
Señor, que quisiste hacernos discípulos de tu Hijo para cooperar con Él en el anuncio del
Evangelio y en la instauración de su Reino; escucha nuestras oraciones, da a tu Iglesia obreros
que la construyan y a nosotros concédenos un corazón dispuesto a darlo todo por amor a Ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Poscomunión: Los sacramentos que hemos recibido, Señor, enciendan en nosotros aquel
amor ardiente con que santa Teresa se entregó a ti e impetró de tu misericordia el perdón
para todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

PELICULA DE LA VIDA DE TERESITA DEL NIÑO JESÚS.01 de Octubre es su Fiesta


Estimados amigos:

En el año 2004 se estrenó la película Thérèse, que narra la vida de Santa Teresita del Niño Jesús, cuya fiesta se celebra el próximo día 1 de Octubre. Como novedad de este año, podrán ver algunos fragmentos de dicha película en el apartado dedicado a Santa Teresita, ubicado en
http://webcatolicod ejavier.org/ teresita. html Dichos fragmentos están en inglés, pero subtitulados en español. Podrán encontrar además, entre otros, estos temas:

- Biografía- Frases célebres- Cronología- Oración para obtener una gracia- Curiosidades- Fotos de su entorno- Beatificación de sus padres (incluye vídeo) - Teresita y los Papas- La humildad de Teresita- Colección de todas sus poesías (en formato PDF)- Información sobre la película Thérèse
Les presento un nuevo apartado dedicado a noticias católicas. En él, podrán encontrar noticias en formatos diferentes, que podrán ser, vídeos de corta duración, tickers (banners) en movimiento con titulares de noticas, artículos, etc. También incluye la predicción meteorológica de algunas ciudades del mundo con las condiciones climáticas actuales. Todo ello en
http://webcatolicod ejavier.org/ noticiascatolica s.html
Que elaboren un feliz inicio de semana.


Javier LópezWeb Católico de Javier
http://webcatolicod ejavier.org

jueves, 24 de septiembre de 2009

Aclaración de CONALI respecto del Día de la Oración por Chile

El próximo domingo 27 de septiembre, último del mes, se celebra la misa del 26º domingo del tiempo ordinario, ciclo B. Esto vale para las lecturas y para el formulario de la misa.

Nuestra Señora del Carmen, que hasta hace dos años tenía una celebración externa en este domingo, con grado de solemnidad, ha vuelto a ser fijada en su fecha tradicional del 16 de julio y no se celebra el próximo domingo.

Esto no impide que el domingo 27 se ore por Chile, como tradicionalmente se ha venido haciendo al finalizar el mes de la Patria, ni que se realicen procesiones de la Virgen del Carmen en los lugares donde se ha hecho costumbre.

Comisión Nacional de Liturgia
Conferencia Episcopal de Chile

miércoles, 24 de junio de 2009

SAN JUAN BOSCO VISITA NUESTRA PATRIA. Junio 2009






San Juan Bosco visita Chile Con un Te Deum a celebrarse en la Catedral Metropolitana el 29 de junio a las 17:00 hrs, presidido por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Francisco Javier Errázuriz, la Familia Salesiana de Chile recibirá la urna que contiene una reliquia insigne de San Juan Bosco.



La peregrinación de la urna que atravesará los cinco continentes, es una iniciativa deseada por el mismo Rector Mayor de los Salesianos, P. Pascual Chávez Villanueva, como preparación al bicentenario del nacimiento de Don Bosco que se celebrará en el 2015, partiendo en 2009 cuando se cumplen 150 años de la fundación de la Congregación Salesiana.




El primer país en recibirlo , de los 128 que recorrerá, será Chile. En ChileEn Chile ya se están realizando los preparativos para recibir a Don Bosco, en éste, el país que tanto soñó y que nunca en vida pudo conocer. Esta visita es una gran noticia para la Iglesia. Recuerda el trabajo comenzado por unos pocos misioneros salesianos 122 años atrás, y que hoy se traduce en la Congregación Salesiana, Hijas de María Auxiliadora, Asociación de Devotos de María Auxiliadora, Salesianos Cooperadores, Damas Salesianas, Voluntarias de Don Bosco, Hogares Don Bosco y tantos antiguos y antiguas alumnas que llevan a Don Bosco en el corazón. Algunas de las ciudades donde permanecerá la réplica de la urna son: Santiago, La Serena, Antofagasta, Valparaíso, Concepción, Puerto Montt y Magallanes.




Una Comisión de Honor compuesta por personas vinculadas a la obra salesiana en Chile y amigos de Don Bosco, será la encargada de presidir la recepción. Algunos nombres ya establecidos son: el Cardenal Arzobispo de Santiago, Mons. Francisco Javier Errázuriz; el Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Alejandro Goic; los cuatro Obispos Salesianos en Chile: Mons. Bernardo Bastres, Mons. Héctor Vargas, Mons. Ricardo Ezzati y Mons. Tomás González; los superiores provinciales de los Salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora: P. Leonardo Santibáñez y Sor Graciela Pinto; representantes de Congregaciones afines a Don Bosco (ejemplo: Don Orione y Don Guanella); representantes del mundo político como el ex Presidente Patricio Aylwin y el Presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Álvarez; la ex Diputada DC Eliana Caraball y representantes del mundo artístico antiguos alumnos salesianos, como Boris Quercia, el Director de TVN Mauricio Correa y la integrante de Bafochi Julie Cabrera.




La Congregación Salesiana en Chile invita a todos cuantos quieran acompañar a Don Bosco en su visita, a acercarse a los lugares en que estará la urna, y que pueden encontrar en la página web: www.salesianos.cl.-








Más información en Sitio web de la Congregación Salesiana en ChileFuente: Comunicaciones Salesianos

Arquidiócesis de Santiago crea fichas de apoyo para la Misión Continental. Junio 2009


Arquidiócesis de Santiago crea fichas de apoyo para la Misión ContinentalLa Vicaría General de Pastoral ha creado fichas de trabajo destinadas a apoyar la Misión Continental en parroquias, colegios, movimientos y en todo lugar que se quiera evangelizar.


Los documentos son de 3 tipos:- De Organización- De Reflexión y Oración (Para grupos pastorales y comunidades de vida)- Temáticas


1.- Fichas de Organización:Su objetivo es orientar aspectos organizativos de apoyo a la renovación misionera, que surgen de nuestras Líneas Pastorales Arquidiocesanas. Son de color verde.Título publicado:- Ficha de Organización Nº 1: “La Comisión de apoyo Misioneros en la Unidad Eclesial”-
Ficha de Organización Nº 2: “Bendición de las Familias”

2.- Fichas de Reflexión y OraciónLa primera gran tarea que emprendimos con nuestras Líneas Pastorales 2009 – 2012 es la “Convocación, formación y reencantamiento de los discípulos misioneros”; es decir, el “Despertar el ardor misionero” de todos quienes trabajamos en pastoral, sean consagrados o laicos (Ver Líneas Pastorales págs. 32ss). En eso estamos. Las Líneas Pastorales proponen que en los grupos habituales donde participamos, nos hagamos espacio para personalizar y compartir este “recomenzar desde Cristo” a que nos invitan.


Las Fichas de Reflexión y Oración, quieren apoyar este camino dando un contenido y una metodología para ello. Como nos piden las mismas Líneas Pastorales, se apoyan en Aparecida y en la Lectio Divina, cuando corresponde. Buscan seguir el “itinerario formativo” de Aparecida (DA 278). Son de color café.Títulos publicados:- Ficha Nº 1: “Motivación inicial”- Ficha Nº 2: “¿Qué buscan?-


Ficha Nº 3: “Mi experiencia de Jesús”- Ficha Nº 4: “Encuentro con Jesús en la Palabra”3.- Fichas temáticasComo su nombre lo indica, buscan abordar temas de especial relevancia en la formación de los discípulos misioneros. Son de color azul verdoso.Título publicado:- Ficha Nº 1: La Lectio DivinaLas fichas están disponibles para su venta en la librería Tiberiades (Moneda 1845, Santiago). Informaciones en el teléfono 6712996. Fuente: DOP www.iglesiadesantiago.cl

CARTA DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVIPARA LA CONVOCACIÓN DEUN AÑO SACERDOTALCON OCASIÓN DEL 150 ANIVERSARIODEL DIES NATALIS DEL SANTO CURA DE ARS .

Queridos hermanos en el Sacerdocio:
He resuelto convocar oficialmente un “Año Sacerdotal” con ocasión del 150 aniversario del “dies natalis” de Juan María Vianney, el Santo Patrón de todos los párrocos del mundo, que comenzará el viernes 19 de junio de 2009, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús –jornada tradicionalmente dedicada a la oración por la santificación del clero–
[1]. Este año desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo, y se concluirá en la misma solemnidad de 2010.
“El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”, repetía con frecuencia el Santo Cura de Ars
[2]. Esta conmovedora expresión nos da pie para reconocer con devoción y admiración el inmenso don que suponen los sacerdotes, no sólo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma. Tengo presente a todos los presbíteros que con humildad repiten cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero, identificándose con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo de vida. ¿Cómo no destacar sus esfuerzos apostólicos, su servicio infatigable y oculto, su caridad que no excluye a nadie? Y ¿qué decir de la fidelidad entusiasta de tantos sacerdotes que, a pesar de las dificultades e incomprensiones, perseveran en su vocación de “amigos de Cristo”, llamados personalmente, elegidos y enviados por Él?
Todavía conservo en el corazón el recuerdo del primer párroco con el que comencé mi ministerio como joven sacerdote: fue para mí un ejemplo de entrega sin reservas al propio ministerio pastoral, llegando a morir cuando llevaba el viático a un enfermo grave. También repaso los innumerables hermanos que he conocido a lo largo de mi vida y últimamente en mis viajes pastorales a diversas naciones, comprometidos generosamente en el ejercicio cotidiano de su ministerio sacerdotal.
Pero la expresión utilizada por el Santo Cura de Ars evoca también la herida abierta en el Corazón de Cristo y la corona de espinas que lo circunda. Y así, pienso en las numerosas situaciones de sufrimiento que aquejan a muchos sacerdotes, porque participan de la experiencia humana del dolor en sus múltiples manifestaciones o por las incomprensiones de los destinatarios mismos de su ministerio: ¿Cómo no recordar tantos sacerdotes ofendidos en su dignidad, obstaculizados en su misión, a veces incluso perseguidos hasta ofrecer el supremo testimonio de la sangre?
Sin embargo, también hay situaciones, nunca bastante deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros. En estos casos, es el mundo el que sufre el escándalo y el abandono. Ante estas situaciones, lo más conveniente para la Iglesia no es tanto resaltar escrupulosamente las debilidades de sus ministros, cuanto renovar el reconocimiento gozoso de la grandeza del don de Dios, plasmado en espléndidas figuras de Pastores generosos, religiosos llenos de amor a Dios y a las almas, directores espirituales clarividentes y pacientes. En este sentido, la enseñanza y el ejemplo de san Juan María Vianney pueden ofrecer un punto de referencia significativo. El Cura de Ars era muy humilde, pero consciente de ser, como sacerdote, un inmenso don para su gente: “Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina”
[3]. Hablaba del sacerdocio como si no fuera posible llegar a percibir toda la grandeza del don y de la tarea confiados a una criatura humana: “¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría… Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia…”[4]. Explicando a sus fieles la importancia de los sacramentos decía: “Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote… ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo entenderá en el cielo”[5]. Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: “Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor… Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes… Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias… El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros”[6].
Llegó a Ars, una pequeña aldea de 230 habitantes, advertido por el Obispo sobre la precaria situación religiosa: “No hay mucho amor de Dios en esa parroquia; usted lo pondrá”. Bien sabía él que tendría que encarnar la presencia de Cristo dando testimonio de la ternura de la salvación: “Dios mío, concédeme la conversión de mi parroquia; acepto sufrir todo lo que quieras durante toda mi vida”. Con esta oración comenzó su misión
[7]. El Santo Cura de Ars se dedicó a la conversión de su parroquia con todas sus fuerzas, insistiendo por encima de todo en la formación cristiana del pueblo que le había sido confiado.
Queridos hermanos en el Sacerdocio, pidamos al Señor Jesús la gracia de aprender también nosotros el método pastoral de san Juan María Vianney. En primer lugar, su total identificación con el propio ministerio. En Jesús, Persona y Misión tienden a coincidir: toda su obra salvífica era y es expresión de su “Yo filial”, que está ante el Padre, desde toda la eternidad, en actitud de amorosa sumisión a su voluntad. De modo análogo y con toda humildad, también el sacerdote debe aspirar a esta identificación. Aunque no se puede olvidar que la eficacia sustancial del ministerio no depende de la santidad del ministro, tampoco se puede dejar de lado la extraordinaria fecundidad que se deriva de la confluencia de la santidad objetiva del ministerio con la subjetiva del ministro. El Cura de Ars emprendió en seguida esta humilde y paciente tarea de armonizar su vida como ministro con la santidad del ministerio confiado, “viviendo” incluso materialmente en su Iglesia parroquial: “En cuanto llegó, consideró la Iglesia como su casa… Entraba en la Iglesia antes de la aurora y no salía hasta después del Ángelus de la tarde. Si alguno tenía necesidad de él, allí lo podía encontrar”, se lee en su primera biografía
[8].
La devota exageración del piadoso hagiógrafo no nos debe hacer perder de vista que el Santo Cura de Ars también supo “hacerse presente” en todo el territorio de su parroquia: visitaba sistemáticamente a los enfermos y a las familias; organizaba misiones populares y fiestas patronales; recogía y administraba dinero para sus obras de caridad y para las misiones; adornaba la iglesia y la dotaba de paramentos sacerdotales; se ocupaba de las niñas huérfanas de la “Providence” (un Instituto que fundó) y de sus formadoras; se interesaba por la educación de los niños; fundaba hermandades y llamaba a los laicos a colaborar con él.
Su ejemplo me lleva a poner de relieve los ámbitos de colaboración en los que se debe dar cada vez más cabida a los laicos, con los que los presbíteros forman un único pueblo sacerdotal
[9] y entre los cuales, en virtud del sacerdocio ministerial, están puestos “para llevar a todos a la unidad del amor: ‘amándose mutuamente con amor fraterno, rivalizando en la estima mutua’ (Rm 12, 10)”[10]. En este contexto, hay que tener en cuenta la encarecida recomendación del Concilio Vaticano II a los presbíteros de “reconocer sinceramente y promover la dignidad de los laicos y la función que tienen como propia en la misión de la Iglesia… Deben escuchar de buena gana a los laicos, teniendo fraternalmente en cuenta sus deseos y reconociendo su experiencia y competencia en los diversos campos de la actividad humana, para poder junto con ellos reconocer los signos de los tiempos”[11].
El Santo Cura de Ars enseñaba a sus parroquianos sobre todo con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar, acudiendo con gusto al sagrario para hacer una visita a Jesús Eucaristía
[12]. “No hay necesidad de hablar mucho para orar bien”, les enseñaba el Cura de Ars. “Sabemos que Jesús está allí, en el sagrario: abrámosle nuestro corazón, alegrémonos de su presencia. Ésta es la mejor oración”[13]. Y les persuadía: “Venid a comulgar, hijos míos, venid donde Jesús. Venid a vivir de Él para poder vivir con Él…”[14]. “Es verdad que no sois dignos, pero lo necesitáis”[15]. Dicha educación de los fieles en la presencia eucarística y en la comunión era particularmente eficaz cuando lo veían celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Los que asistían decían que “no se podía encontrar una figura que expresase mejor la adoración… Contemplaba la hostia con amor”[16]. Les decía: “Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios”[17]. Estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Misa: “La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, ¡qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario!”[18]. Siempre que celebraba, tenía la costumbre de ofrecer también la propia vida como sacrificio: “¡Cómo aprovecha a un sacerdote ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas!”[19].
Esta identificación personal con el Sacrificio de la Cruz lo llevaba –con una sola moción interior– del altar al confesonario. Los sacerdotes no deberían resignarse nunca a ver vacíos sus confesonarios ni limitarse a constatar la indiferencia de los fieles hacia este sacramento. En Francia, en tiempos del Santo Cura de Ars, la confesión no era ni más fácil ni más frecuente que en nuestros días, pues el vendaval revolucionario había arrasado desde hacía tiempo la práctica religiosa. Pero él intentó por todos los medios, en la predicación y con consejos persuasivos, que sus parroquianos redescubriesen el significado y la belleza de la Penitencia sacramental, mostrándola como una íntima exigencia de la presencia eucarística. Supo iniciar así un “círculo virtuoso”. Con su prolongado estar ante el sagrario en la Iglesia, consiguió que los fieles comenzasen a imitarlo, yendo a visitar a Jesús, seguros de que allí encontrarían también a su párroco, disponible para escucharlos y perdonarlos. Al final, una muchedumbre cada vez mayor de penitentes, provenientes de toda Francia, lo retenía en el confesonario hasta 16 horas al día. Se comentaba que Ars se había convertido en “el gran hospital de las almas”
[20]. Su primer biógrafo afirma: “La gracia que conseguía [para que los pecadores se convirtiesen] era tan abundante que salía en su búsqueda sin dejarles un momento de tregua”[21]. En este mismo sentido, el Santo Cura de Ars decía: “No es el pecador el que vuelve a Dios para pedirle perdón, sino Dios mismo quien va tras el pecador y lo hace volver a Él”[22]. “Este buen Salvador está tan lleno de amor que nos busca por todas partes”[23].
Todos los sacerdotes hemos de considerar como dirigidas personalmente a nosotros aquellas palabras que él ponía en boca de Jesús: “Encargaré a mis ministros que anuncien a los pecadores que estoy siempre dispuesto a recibirlos, que mi misericordia es infinita”
[24]. Los sacerdotes podemos aprender del Santo Cura de Ars no sólo una confianza infinita en el sacramento de la Penitencia, que nos impulse a ponerlo en el centro de nuestras preocupaciones pastorales, sino también el método del “diálogo de salvación” que en él se debe entablar. El Cura de Ars se comportaba de manera diferente con cada penitente. Quien se acercaba a su confesonario con una necesidad profunda y humilde del perdón de Dios, encontraba en él palabras de ánimo para sumergirse en el “torrente de la divina misericordia” que arrastra todo con su fuerza. Y si alguno estaba afligido por su debilidad e inconstancia, con miedo a futuras recaídas, el Cura de Ars le revelaba el secreto de Dios con una expresión de una belleza conmovedora: “El buen Dios lo sabe todo. Antes incluso de que se lo confeséis, sabe ya que pecaréis nuevamente y sin embargo os perdona. ¡Qué grande es el amor de nuestro Dios que le lleva incluso a olvidar voluntariamente el futuro, con tal de perdonarnos!”[25]. A quien, en cambio, se acusaba de manera fría y casi indolente, le mostraba, con sus propias lágrimas, la evidencia seria y dolorosa de lo “abominable” de su actitud: “Lloro porque vosotros no lloráis”[26], decía. “Si el Señor no fuese tan bueno… pero lo es. Hay que ser un bárbaro para comportarse de esta manera ante un Padre tan bueno”[27]. Provocaba el arrepentimiento en el corazón de los tibios, obligándoles a ver con sus propios ojos el sufrimiento de Dios por los pecados como “encarnado” en el rostro del sacerdote que los confesaba. Si alguno manifestaba deseos y actitudes de una vida espiritual más profunda, le mostraba abiertamente las profundidades del amor, explicándole la inefable belleza de vivir unidos a Dios y estar en su presencia: “Todo bajo los ojos de Dios, todo con Dios, todo para agradar a Dios… ¡Qué maravilla!”[28]. Y les enseñaba a orar: “Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto cuanto yo sea capaz”[29].
El Cura de Ars consiguió en su tiempo cambiar el corazón y la vida de muchas personas, porque fue capaz de hacerles sentir el amor misericordioso del Señor. Urge también en nuestro tiempo un anuncio y un testimonio similar de la verdad del Amor: Deus caritas est (1 Jn 4, 8). Con la Palabra y con los Sacramentos de su Jesús, Juan María Vianney edificaba a su pueblo, aunque a veces se agitaba interiormente porque no se sentía a la altura, hasta el punto de pensar muchas veces en abandonar las responsabilidades del ministerio parroquial para el que se sentía indigno. Sin embargo, con un sentido de la obediencia ejemplar, permaneció siempre en su puesto, porque lo consumía el celo apostólico por la salvación de las almas. Se entregaba totalmente a su propia vocación y misión con una ascesis severa: “La mayor desgracia para nosotros los párrocos –deploraba el Santo– es que el alma se endurezca”; con esto se refería al peligro de que el pastor se acostumbre al estado de pecado o indiferencia en que viven muchas de sus ovejas
[30]. Dominaba su cuerpo con vigilias y ayunos para evitar que opusiera resistencia a su alma sacerdotal. Y se mortificaba voluntariamente en favor de las almas que le habían sido confiadas y para unirse a la expiación de tantos pecados oídos en confesión. A un hermano sacerdote, le explicaba: “Le diré cuál es mi receta: doy a los pecadores una penitencia pequeña y el resto lo hago yo por ellos”[31]. Más allá de las penitencias concretas que el Cura de Ars hacía, el núcleo de su enseñanza sigue siendo en cualquier caso válido para todos: las almas cuestan la sangre de Cristo y el sacerdote no puede dedicarse a su salvación sin participar personalmente en el “alto precio” de la redención.
En la actualidad, como en los tiempos difíciles del Cura de Ars, es preciso que los sacerdotes, con su vida y obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico. Pablo VI ha observado oportunamente: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio”
[32]. Para que no nos quedemos existencialmente vacíos, comprometiendo con ello la eficacia de nuestro ministerio, debemos preguntarnos constantemente: “¿Estamos realmente impregnados por la palabra de Dios? ¿Es ella en verdad el alimento del que vivimos, más que lo que pueda ser el pan y las cosas de este mundo? ¿La conocemos verdaderamente? ¿La amamos? ¿Nos ocupamos interiormente de esta palabra hasta el punto de que realmente deja una impronta en nuestra vida y forma nuestro pensamiento?”[33]. Así como Jesús llamó a los Doce para que estuvieran con Él (cf. Mc 3, 14), y sólo después los mandó a predicar, también en nuestros días los sacerdotes están llamados a asimilar el “nuevo estilo de vida” que el Señor Jesús inauguró y que los Apóstoles hicieron suyo[34].
La identificación sin reservas con este “nuevo estilo de vida” caracterizó la dedicación al ministerio del Cura de Ars. El Papa Juan XXIII en la Carta encíclica
Sacerdotii nostri primordia, publicada en 1959, en el primer centenario de la muerte de san Juan María Vianney, presentaba su fisonomía ascética refiriéndose particularmente a los tres consejos evangélicos, considerados como necesarios también para los presbíteros: “Y, si para alcanzar esta santidad de vida, no se impone al sacerdote, en virtud del estado clerical, la práctica de los consejos evangélicos, ciertamente que a él, y a todos los discípulos del Señor, se le presenta como el camino real de la santificación cristiana”[35]. El Cura de Ars supo vivir los “consejos evangélicos” de acuerdo a su condición de presbítero. En efecto, su pobreza no fue la de un religioso o un monje, sino la que se pide a un sacerdote: a pesar de manejar mucho dinero (ya que los peregrinos más pudientes se interesaban por sus obras de caridad), era consciente de que todo era para su iglesia, sus pobres, sus huérfanos, sus niñas de la “Providence”[36], sus familias más necesitadas. Por eso “era rico para dar a los otros y era muy pobre para sí mismo”.[37] Y explicaba: “Mi secreto es simple: dar todo y no conservar nada”[38]. Cuando se encontraba con las manos vacías, decía contento a los pobres que le pedían: “Hoy soy pobre como vosotros, soy uno de vosotros”[39]. Así, al final de su vida, pudo decir con absoluta serenidad: “No tengo nada… Ahora el buen Dios me puede llamar cuando quiera”[40]. También su castidad era la que se pide a un sacerdote para su ministerio. Se puede decir que era la castidad que conviene a quien debe tocar habitualmente con sus manos la Eucaristía y contemplarla con todo su corazón arrebatado y con el mismo entusiasmo la distribuye a sus fieles. Decían de él que “la castidad brillaba en su mirada”, y los fieles se daban cuenta cuando clavaba la mirada en el sagrario con los ojos de un enamorado[41]. También la obediencia de san Juan María Vianney quedó plasmada totalmente en la entrega abnegada a las exigencias cotidianas de su ministerio. Se sabe cuánto le atormentaba no sentirse idóneo para el ministerio parroquial y su deseo de retirarse “a llorar su pobre vida, en soledad”[42]. Sólo la obediencia y la pasión por las almas conseguían convencerlo para seguir en su puesto. A los fieles y a sí mismo explicaba: “No hay dos maneras buenas de servir a Dios. Hay una sola: servirlo como Él quiere ser servido”[43]. Consideraba que la regla de oro para una vida obediente era: “Hacer sólo aquello que puede ser ofrecido al buen Dios”[44].
En el contexto de la espiritualidad apoyada en la práctica de los consejos evangélicos, me complace invitar particularmente a los sacerdotes, en este Año dedicado a ellos, a percibir la nueva primavera que el Espíritu está suscitando en nuestros días en la Iglesia, a la que los Movimientos eclesiales y las nuevas Comunidades han contribuido positivamente. “El Espíritu es multiforme en sus dones… Él sopla donde quiere. Lo hace de modo inesperado, en lugares inesperados y en formas nunca antes imaginadas… Él quiere vuestra multiformidad y os quiere para el único Cuerpo”
[45]. A este propósito vale la indicación del Decreto Presbyterorum ordinis: “Examinando los espíritus para ver si son de Dios, [los presbíteros] han de descubrir mediante el sentido de la fe los múltiples carismas de los laicos, tanto los humildes como los más altos, reconocerlos con alegría y fomentarlos con empeño”.[46] Dichos dones, que llevan a muchos a una vida espiritual más elevada, pueden hacer bien no sólo a los fieles laicos sino también a los ministros mismos. La comunión entre ministros ordenados y carismas “puede impulsar un renovado compromiso de la Iglesia en el anuncio y en el testimonio del Evangelio de la esperanza y de la caridad en todos los rincones del mundo”.[47] Quisiera añadir además, en línea con la Exhortación apostólica Pastores dabo vobis del Papa Juan Pablo II, que el ministerio ordenado tiene una radical “forma comunitaria” y sólo puede ser desempeñado en la comunión de los presbíteros con su Obispo[48]. Es necesario que esta comunión entre los sacerdotes y con el propio Obispo, basada en el sacramento del Orden y manifestada en la concelebración eucarística, se traduzca en diversas formas concretas de fraternidad sacerdotal efectiva y afectiva[49]. Sólo así los sacerdotes sabrán vivir en plenitud el don del celibato y serán capaces de hacer florecer comunidades cristianas en las cuales se repitan los prodigios de la primera predicación del Evangelio.
El Año Paulino que está por concluir orienta nuestro pensamiento también hacia el Apóstol de los gentiles, en quien podemos ver un espléndido modelo sacerdotal, totalmente “entregado” a su ministerio. “Nos apremia el amor de Cristo –escribía-, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron” (2 Co 5, 14). Y añadía: “Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos” (2 Co 5, 15). ¿Qué mejor programa se podría proponer a un sacerdote que quiera avanzar en el camino de la perfección cristiana?
Queridos sacerdotes, la celebración del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney (1859) viene inmediatamente después de las celebraciones apenas concluidas del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes (1858). Ya en 1959, el Beato Papa Juan XXIII había hecho notar: “Poco antes de que el Cura de Ars terminase su carrera tan llena de méritos, la Virgen Inmaculada se había aparecido en otra región de Francia a una joven humilde y pura, para comunicarle un mensaje de oración y de penitencia, cuya inmensa resonancia espiritual es bien conocida desde hace un siglo. En realidad, la vida de este sacerdote cuya memoria celebramos, era anticipadamente una viva ilustración de las grandes verdades sobrenaturales enseñadas a la vidente de Massabielle. Él mismo sentía una devoción vivísima hacia la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen; él, que ya en 1836 había consagrado su parroquia a María concebida sin pecado, y que con tanta fe y alegría había de acoger la definición dogmática de 1854”
[50]. El Santo Cura de Ars recordaba siempre a sus fieles que “Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de lo más precioso que tenía, es decir de su Santa Madre”[51].
Confío este Año Sacerdotal a la Santísima Virgen María, pidiéndole que suscite en cada presbítero un generoso y renovado impulso de los ideales de total donación a Cristo y a la Iglesia que inspiraron el pensamiento y la tarea del Santo Cura de Ars. Con su ferviente vida de oración y su apasionado amor a Jesús crucificado, Juan María Vianney alimentó su entrega cotidiana sin reservas a Dios y a la Iglesia. Que su ejemplo fomente en los sacerdotes el testimonio de unidad con el Obispo, entre ellos y con los laicos, tan necesario hoy como siempre. A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el futuro. Queridos sacerdotes, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del Santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz.
Con mi bendición.
Vaticano, 16 de junio de 2009.
BENEDICTUS PP. XVI

Se da Inicio al Año Sacerdotal 2009. Junio 2009


Año Sacerdotal: identificarse totalmente con CristoEn la audiencia general de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre el Año Sacerdotal, que inauguró el viernes pasado, con ocasión del ciento cincuenta aniversario de la muerte de san Juan María Vianney.


El Santo Padre explicó por qué ha querido que se celebrase un Año Sacerdotal y precisamente en recuerdo del Santo Cura de Ars, "que aparentemente no hizo nada de extraordinario"."La Providencia divina -dijo- ha hecho que su figura se uniese a la de San Pablo. (...) Si los dos santos siguieron caminos muy diferentes, (...) existe sin embargo una cosa fundamental que los une: su identificación total con el propio ministerio, su comunión con Cristo".Benedicto XVI recordó que "el objetivo de este Año Sacerdotal es renovar en cada uno de los presbíteros la aspiración a la perfección espiritual, de la que depende en gran medida la eficacia de su ministerio.

Asimismo, esta iniciativa servirá para ayudar a los sacerdotes y a todo el Pueblo de Dios a volver a descubrir y reforzar la conciencia del don de gracia extraordinario e indispensable que supone el ministerio ordenado para quien lo ha recibido, para toda la Iglesia y para el mundo, que sin la presencia real de Cristo estaría perdido". Aunque "han cambiado las condiciones históricas y sociales en las que vivió el Santo Cura de Ars, es justo preguntarse cómo pueden imitarlo los sacerdotes en la identificación con el propio ministerio en las actuales sociedades globalizadas".


"En un mundo en el que la visión común de la vida comprende cada vez menos lo sagrado, donde la "funcionalidad" es la única y decisiva categoría, la concepción católica del sacerdocio podría correr el riesgo de perder su consideración natural, a veces incluso dentro de la conciencia eclesial".El Santo Padre puso de relieve que existen dos concepciones del sacerdocio, "que en realidad no se contraponen": "una social-funcional que define la esencia del sacerdocio con el concepto de "servicio" y otra "sacramental-ontológica, que (...) considera que el ser ministro está determinado por un don concedido por el Señor a través de la mediación de la Iglesia, cuyo nombre es sacramento".Tras preguntarse "qué significa evangelizar para los sacerdotes y en qué consiste el primado del anuncio", el Papa subrayó que "el anuncio coincide con la persona misma de Cristo; (...) el presbítero no se puede considerar "dueño" de la palabra, sino siervo"."Sólo la participación en el sacrificio de Cristo, en su "chenosi", (...) y la obediencia dócil a la Iglesia, hace auténtico el anuncio. (...) El sacerdote -añadió- es siervo de Cristo, en el sentido de que su existencia, configurada a El ontológicamente, asume un carácter esencialmente relacional: es "in" Cristo, "per" Cristo y "con" Cristo al servicio de los seres humanos. Precisamente porque pertenece a Cristo, el presbítero está totalmente al servicio de ellos".


Benedicto XVI concluyó expresando el deseo de que "el Año Sacerdotal lleve a todos los sacerdotes a identificarse totalmente con Cristo crucificado y resucitado, para que a imitación de San Juan Bautista, de quien hoy celebramos la natividad, estén dispuestos a "disminuir" para que Él crezca, y así, siguiendo también el ejemplo del Cura de Ars, perciban constantemente y en profundidad la responsabilidad de su misión, que es signo y presencia de la misericordia infinita de Dios".-


Especial de Iglesia.cl para el Año Sacerdotal

Fuente: Servicio Informativo Vaticano

INTEGRANNTES DE EFOPEL SAN FELIPE. CON ENTUSIASMO CADA SÁBADO ASISTEN A LOS CURSOS. Junio 2009
























































jueves, 4 de junio de 2009

EFOPEL LOS ANDES EN PLENO DESARROLLO DE TRABAJO. Junio 2009











EFOPEL DECANATO NORTE. INICIA TAMBIÉN SU PROCESO 2009






















INTENCIONES DEL PAPA AÑO 2009



OFRECIMIENTO DIARIO POR EL MUNDO.

Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo; para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con El, por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío Jesucristo: Por el corazón Inmaculado de María me consagro a tu corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial:-- por el Papa y sus intenciones,-- por nuestro Obispo y sus intenciones,-- por nuestro Párroco y sus intenciones.
MES DE JUNIO 2009
General:
Para que la atención internacional a las naciones más pobres suscite una ayuda concreta, en especial para aliviarlas del abrumante peso de la deuda externa. Misionera: Para que las Iglesias particulares que trabajan en las regiones azotadas por la violencia sean sostenidas por el amor y la cercanía concreta de todos los católicos del mundo.

El Equipo Diocesano Efopel, Se Reune Para Planificar El Año Pastoral 2009.





El Equipo Diocesano de Efopel,ya se ha reunido en dos oportunidades, para Planificar este nuevo año Pastoral, en las áreas de formación, que nuestros laicos de la diocesis están viviendo en cada uno de los módulos la inclusión de las líneas de acción propuestas en las conclusiones del Encuentro de Aparecida en Brasil el año 2007, y que sustentan nuestras orientaciones Pastorales y las nuevas Orientaciones Pastorales Diocesanas.

El objetivo es poder brindar a cada uno de los grupos en formación, un acercamiento y compromiso con las realidades pastorales y desafíos que nuestra Iglesia Latinoaméricana, nacional y local, nos están invitando a Conocer y Poner en Práctica.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Benedicto XVI: " Los laicos deben pasar de colaboradores del clero a corresponsables de la acción de la Iglesia". 27 MAYO 2009


La Iglesia no es una realidad sólo espiritual sino que vive en la historia. Lo ha recordado Benedicto XVI, al inaugurar ayer en la Basílica de San Juan de Letrán el Congreso Eclesial Diocesano, que se llevará a cabo hasta el 29 de mayo sobre el tema "Pertenencia eclesial y corresponsabilidad pastoral".


Siguiendo la huella del Concilio que ha querido una renovación profunda y verdadera en la continuidad del único sujeto eclesial, los laicos deben pasar de colaboradores del clero a corresponsables de la acción de la Iglesia. El Papa observó que muchos bautizados no se sienten parte de la comunidad eclesial y viven al margen, como también existen hombres y mujeres que no conocen la belleza de nuestra fe.


El Papa apeló a la corresponsabilidad de todos los bautizados en el ser y actuar de la Iglesia.


Lo hizo este martes por la tarde en la basílica de San Juan de Letrán, en Roma, al inaugurar el congreso eclesial de la diócesis de la Ciudad Eterna sobre "Pertenencia eclesial y corresponsabilidad pastoral" que se celebra hasta el 29 de mayo.


"Debe haber una renovada toma de conciencia de nuestro ser Iglesia y de la corresponsabilidad pastoral que, en el nombre de Cristo, todos estamos llamados a ejercitar", indicó.
Y debe promoverse gradualmente esta corresponsabilidad "en el respeto de las vocaciones y de las funciones de los consagrados y de los laicos", añadió.


Ello, advirtió, exige un "cambio de mentalidad, especialmente respecto a los laicos, pasando de considerarlos colaboradores del clero a reconocerlos realmente "corresponsables" del ser y del actuar de la Iglesia, favoreciendo la consolidación de un laicado maduro y comprometido".
Benedicto XVI constató que "todavía hay una tendencia a identificar unilateralmente la Iglesia con la jerarquía, olvidando la responsabilidad común, la misión común" de todos los bautizados.


"¿Hasta qué punto se reconoce y alienta la responsabilidad pastoral de todos, especialmente los laicos?", preguntó
Refiriéndose a los laicos comprometidos, destacó que "no debe disminuir su conciencia de que son "Iglesia" porque Cristo, Palabra eterna del Padre, les convoca y les hace su Pueblo".
Pidió a los sacerdotes que, en su formación, les transmitan "un sentimiento de pertenencia a la comunidad parroquial" y la importancia de la unidad.


También que les convoquen para acercarse a la Sagrada Escritura, a través, por ejemplo, de la lectio divina; les reúnan en cuidadas celebraciones eucarísticas, particularmente los domingos, y promuevan su acción misionera, en primer lugar viviendo la caridad.


El Santo Padre explicó que la preparación al Jubileo del año 2000 en la diócesis de Roma ayudó a "la comunidad eclesial a tomar conciencia de que el mandato de evangelizar no es sólo para algunos, sino para todos los bautizados".


Y así lo han vivido, a lo largo de los siglos, "tantos bautizados" que han anunciado el Evangelio y "han dedicado su vida a educar en la fe a las jóvenes generaciones, a curar a los enfermos y a ayudar a los pobres", afirmó.


"Esta misión se confía a nosotros hoy, en diferentes situaciones, en una ciudad en la que muchos bautizados han perdido el camino de la Iglesia y los que no son cristianos no conocen la belleza de nuestra fe", dijo.


Por otra parte, constató la tendencia a concebir el Pueblo de Dios" desde un punto de vista "puramente sociológico con una visión casi exclusivamente horizontal que excluye la referencia vertical a Dios".


En su discurso, el Papa reconoció que "la Iglesia no es una realidad únicamente espiritual, sino que vive en la historia".


Pero, citando al Concilio Vaticano II, afirmó que la Iglesia es "comunión de personas que, por la acción del Espíritu Santo, forman el Pueblo de Dios, que, al mismo tiempo, es el Cuerpo de Cristo".


El Papa diferenció dos conceptos, "Pueblo de Dios " y "Cuerpo de Cristo", y afirmó que ambos "se complementan y forman juntos el concepto neotestamentario de Iglesia".
"Mientras "Pueblo de Dios" expresa la continuidad de la historia de la Iglesia, "Cuerpo de Cristo" expresa la universalidad inaugurada en la cruz y en la resurrección del Señor", resumió.
"En Cristo nos convertimos realmente en el Pueblo de Dios", dijo, "Pueblo de Dios" que significa "todos": desde el Papa hasta el último niño".


El Santo Padre destacó que, a través de las personas, Dios realmente está de una forma concreta en la historia.
"La Iglesia, por tanto, no es el resultado de una suma de individuos, sino una unidad entre los que se alimentan de la Palabra de Dios y del Pan de Vida", añadió.
Y señaló que la Iglesia "crece y se desarrolla" en el tiempo, permaneciendo, sin embargo, siempre fiel al "pueblo de Dios que peregrina".


Esta visión de la Iglesia es la que sacerdotes, religiosos y laicos deben transmitir en la formación, señaló.
Para el pontífice, "el futuro del cristianismo y la Iglesia de Roma es también el compromiso y el testimonio de cada uno de nosotros".

viernes, 15 de mayo de 2009

INDULGENCIA PLENARIA CON MOTIVO DEL AÑO SACERDOTAL


Benedicto XVI concederá a los sacerdotes y fieles la indulgencia plenaria con motivo del Año Sacerdotal (19 de junio 2009 -19 junio 2010) convocado en honor de San Juan María Vianney, según informa el decreto hecho público hoy y firmado por el cardenal James Francis Stafford y el obispo Gianfranco Girotti, O.F.M. Conv., respectivamente Penitenciario Mayor y Regente de la Penitenciaría Apostólica.


El período comenzará con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, "jornada de santificación sacerdotal" -dice el texto- cuando el pontífice celebrará las Vísperas ante las reliquias del santo traídas a Roma por el obispo de Belley-Ars y concluirá en la Plaza de San Pedro en presencia de sacerdotes de todo el mundo, que "renovarán la fidelidad a Cristo y el vínculo de fraternidad".


Las modalidades para la obtención de las indulgencias son:


A) A los sacerdotes, arrepentidos de corazón, que recen cualquier día las laúdes o vísperas ante el Santísimo Sacramento expuesto a la adoración pública o en el sagrario y se ofrezcan (...) a la celebración de los sacramentos, sobre todo de la Confesión, se concederá Indulgencia plenaria aplicable a los hermanos en el sacerdocio difuntos como sufragio, si en conformidad con las disposiciones vigentes se confesarán sacramentalmente, comulgarán y rezarán por las intenciones del pontífice. También se concede Indulgencia parcial, siempre aplicable a los hermanos en el sacerdocio difuntos, cada vez que recen oraciones debidamente aprobadas para llevar una vida santa y cumplir los oficios que se les han confiado.


B) A los fieles cristianos, arrepentidos de corazón que, en la iglesia o en el oratorio asistan a la Santa Misa y ofrezcan por los sacerdotes de la Iglesia oraciones a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote y cualquier obra buena cumplida se les concede Indulgencia plenaria, siempre que se hayan confesado sacramentalmente y recen por las intenciones del Papa los días en que se abre y se clausura el Año sacerdotal, en el día del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, los primeros jueves del mes o cualquier otro día establecido por los Ordinarios de los lugares para la utilidad de los fieles".
Los ancianos, los enfermos y todos aquellos que por motivos legítimos no puedan salir de casa, podrán obtener la Indulgencia plenaria, si con ánimo alejado del pecado y el propósito de cumplir las tres condiciones necesarias apenas les sea posible, "en los días indicados rezan por la santificación de los sacerdotes y ofrecen a Dios por medio de María , Reina de los Apóstoles, sus enfermedades y sufrimientos".

Asimismo se concede la Indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen cinco Padrenuestros, Ave Marías y Glorias, y otra oración debidamente aprobada "en honor del Sagrado Corazón de Jesús para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida".