domingo, 29 de junio de 2008

Noticias desde el Vaticano Domingo 29 de Junio 2008.




Fuerte llamado de Benedicto XVI a la unidad de los cristianos
Escrito por Católico Digital
domingo, 29 de junio de 2008.


El papa Benedicto XVI ha llamado hoy a la unidad de todos los cristianos durante el tradicional rezo del Ángelus que se realizo en la Basilica de San Pedro tras la misa solemne. A diferencia de la costumbre dominical de rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Pontífice oró hoy en el interior de la basílica homónima, tras celebrar allí la misa solemne por la festividad de San Pedro y San Pablo, durante la cual impuso el palio a los cuarenta arzobispos nombrados en el último año. En el Ángelus, Benedicto XVI recordó que ayer comenzó el Año Paulino, por lo que pidió a los fieles que rezasen por ese motivo, así como por la unidad de los cristianos, la evangelización y la comunión en la Iglesia. Tanto en la apertura del Año Paulino, como en la imposición hoy del palio a los arzobispos, ha tenido una presencia destacada el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla Bartolomé I con la que el Papa ha querido simbolizar la necesidad de unión de todos los cristianos. Tras el rezo del Ángelus, el papa Ratzinger se dirigió a los fieles presentes en la basílica de San Pedro en varias lenguas. "Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los arzobispos que hoy han recibido el palio y a quienes los acompañan, venidos de Argentina, Colombia, Ecuador, España y Venezuela", dijo. Con motivo de "la solemnidad de San Pedro y San Pablo", el Papa invitó a los peregrinos de lengua española "a imitar su firmeza en la fe en Cristo, que ellos transmitieron fielmente hasta dar la vida por ella", tras lo cual les deseó "feliz domingo".

FOTOGRAMA DE INAUGURACIÓN DEL AÑO DE SAN PABLO EN ROMA. 2008







Inaugura Benedicto XVI el año paulino acompañado de Bartolomeo I . 29 de Junio 2008. Vaticano









Benedicto XVI ha presidio las vísperas de la solemnidad de los Santos apóstoles Pedo y Pablo y la apertura del Año Paulino, con la participación del Patriarca Ecuménico Ortodoxo Bartolomé I. Al inaugurar hoy el Año Paulino en las Vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el Papa Benedicto XVI destacó que el Apóstol es Maestro de Fe y Verdad de las gentes de hoy; y que su labor evangelizadora estuvo centrada en el amor a Cristo y la verdadera libertad que se presentan ejemplares para todas las generaciones.
Al iniciar su discurso en la Basílica de San Pablo de Extramuros, el Santo Padre recuerda al gran Apóstol, como " 'Maestro de las gentes': estas palabras se abren al futuro, hacia todos los pueblos y generaciones. Pablo no es para nosotros una figura del pasado, que recordamos con veneración. Es también nuestro maestro, apóstol y heraldo de Jesucristo también para nosotros".
Luego de explicar que este Año Paulino debe servir para escuchar y aprender de San Pablo, "'la fe y la verdad', en las que están enraizadas las razones de la unidad entre los discípulos de Cristo", el Papa destacó que ha querido "prender, para este bimilenario del nacimiento del Apóstol, una especial 'Flama Paulina', que permanecerá encendida durante todo el año en un brasero especial colocado en el cuadripórtico de la Basílica".
"En la Carta a los Gálatas", San Pablo "nos ha dado una profesión de fe muy personal, en la que abre su corazón a los lectores de todos los tiempos y revela la más íntima primavera de su vida. 'Vivo en la fe del Hijo de Dios, que me ha amado y se ha dado a sí mismo por mí'. Todo lo que Pablo hace, parte de este centro. Su fe es la experiencia del ser amado por Jesucristo en modo personal, es la conciencia del hecho que Cristo ha afrontado la muerte no por alguna cosa anónima, sino por amor a él –de Pablo– y que, como Resucitado, lo ama siempre, por lo que se ha donado por él. Su fue está en haber sido remecido por el amor de Jesucristo, un amor que lo lleva hasta lo íntimo y lo transforma", explicó el Pontífice.
"Su fe no es una teoría, una opinión sobre Dios y el mundo. Su fe es el impacto del amor de Dios en su corazón. Y así esta misma fe y amor por Jesucristo", precisó.
Tras señalar que la verdad era para el Apóstol "demasiado grande para estar dispuesto a sacrificarla en vista de un éxito externo" y que ésta "que había experimentado en el encuentro con el Resucitado bien merecía para él la lucha, la persecución, el sufrimiento", Benedicto XVI destacó que "lo que lo motivaba en lo más profundo era ser amado por Jesucristo y el deseo de transmitir a otros este amor".
"Pablo era capaz de amar, y toda su obra y sufrimiento se explica solo a partir de este centro. Los conceptos fundantes de su anuncio se comprenden únicamente en base a ello. Tomamos entonces una de sus palabras clave: la libertad. La experiencia de ser amado hasta lo profundo por Cristo le había abierto los ojos a la verdad y la existencia humana, pues esta experiencia abrazaba todo. Pablo era libre como hombre amado por Dios que, en virtud de Dios, estaba en capacidad de amar junto con Él. Este amor es entonces la 'ley' de su vida así como lo es la libertad en su vida. Él habla y actúa movido por la responsabilidad del amor. Libertad y responsabilidad están aquí unidas de modo indivisible. Porque está en la responsabilidad del amor, él que es libre, porque es alguien que ama, él vive totalmente en la responsabilidad de este amor y no toma la libertad como pretexto para ser arbitrario o para el egoísmo".
"En el mismo espíritu (San) Agustín ha formulado la frase famosa: Dilige et quod vis fac (Ama y haz lo que quieras). Quien ama a Cristo como lo ha amado Pablo, puede verdaderamente hacer lo que quiere, porque su amor está unido a la voluntad de Cristo y así a la voluntad de Dios, porque su voluntad está anclada en la verdad y porque su voluntad no es más simplemente voluntad suya, arbitrariedad del yo autónomo, sino que está integrada en la libertad de Dios y de ella recibe el camino por recorrer", añadió.
El Papa también explica luego que San Pablo es ejemplo de cómo "no hay amor sin sufrimiento, sin el sufrimiento de la renuncia a sí mismo, de la transformación y purificación del yo para la verdadera libertad. Allí donde no hay nada que valga la pena para sufrir, también la vida misma pierde su valor".
Finalmente, Benedicto XVI dijo que "a la luz de todas las cartas de San Pablo, vemos como en su camino de maestro de las gentes se ha cumplido la profecía de Ananías en la hora de la llamada: 'Yo les mostraré cuánto deberá sufrir por mi nombre'. Su sufrimiento lo hace creíble como maestro de verdad, que no busca el propio orgullo, la propia gloria, la veneración personal, pero se esfuerza por Quien los ha amado y se ha dado a sí mismo por todos nosotros".
"En esta hora agradecemos al Señor, porque ha llamado a Pablo, haciéndolo luz de las gentes y maestro de todos nosotros, y le rezamos: Danos también hoy testimonios de la resurrección, tocados por tu amor y capaces de llevar la luz del Evangelio en nuestro tiempo. ¡San Pablo, ruega por nosotros! Amén".



El óbolo de San Pedro en el Día del Papa



Escrito Por Católico Digital
domingo, 29 de junio de 2008 .

La colecta que se celebra este domingo en todos las iglesias del mundo, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, permite colaborar con la caridad del Papa. Cada católico es invitado a colaborar con las obras de ayuda del Santo Padre a favor de los más pobres. Es lo que se llama el Óbolo de San Pedro.
Según los últimos datos, el Óbolo de San Pedro, las ofertas de los fieles de todo el mundo a favor de las obras de caridad del Papa, recogió más de cien millones de dólares estadounidenses.
El dato fue revelado el por el Consejo de los Cardenales para el Estudio de los Problemas Organizativos y Económicos de la Santa Sede, que se reunió en el Vaticano el pasado mes de junio.
«En el año 2006, en su conjunto, han sido 101.900.192,71 dólares estadounidenses, que el Sumo Pontífice ha destinado a las exigencias su ministerio al servicio de la Iglesia universal», revelaba un comunicado emitido por los cardenales.
En el año 2007, estas ayudas han sido destinadas a paliar la situación de poblaciones flageladas por catástrofes naturales, a través del Consejo Pontificio "Cor Unum".
Gracias al óbolo ha sido posible resturcturar la casa de acogida gratuita para peregrinos enfermos o con discapacidades dedicad a Juan Pablo II en Roma, ayudar a crear la Ciudad de los Muchachos Nazaret, en Ruanda, para huérfanos del genocidio de ese país; financiar el hospital San Vicente de Paúl, en Sarajevo, la ciudad de los huérfanos del sida en Kenia, el hospital Redemptoris Mater en Armenia.
El Óbolo ha servido también para apoyar la actividad de la Fundación Populorum Progressio para los campesinos e indígenas de América Latina y de la Fundación Juan Pablo II para el Sahel, para luchar contra la desertización en África.
Monseñor Tullio Poli, director de la Oficina del Óbolo de San Pedro de la Santa Sede, explica que esta obra de caridad «manifiesta el afecto de los fieles al Sumo Pontífice y es un acto de solidaridad eclesial con el que los católicos participan en obras buenas que les caracterizan como seguidores del Evangelio».
«La ayuda cristiana a los hermanos no sólo es válida por la ayuda concreta que ofrece, sino también por los efectos espirituales que suscita», explica la declaración enviada por monseñor Poli.
«El Óbolo de San Pedro permite al Papa, signo visible de unidad en la Iglesia, responder a las diferentes necesidades con acción rápida y eficaz», añade.

Igualmente es posible enviar donativos en cualquier momento «on-line» visitando la página
www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/obolo_spietro/documents/index_sp.htm.

LA MOTIVACIÓN PARA EFOPEL. 2008.


La Diócesis de San Felipe realizó su Asamblea Diocesana Este sábado 05 de enero 2008, como cada año, se realizaró la asamblea diocesana en el colegio de las Religiosas Filipenses en Llay Llay .

La Iglesia diocesana de San Felipe representada por los sacerdotes, diáconos, un religioso y religiosa por comunidad, representantes de las áreas y comisiones pastorales y dos laicos por parroquia reunida en torno a su pastor, Monseñor Cristián Contreras Molina O. de M., celebrarán la eclesialidad este sábado 05 de enero a partir de las 09:00 horas en el colegio de las Religiosas Filipenses de Llay Llay.
En esta ocasión el lema que nos acompañará será: "Profundizar el llamado a ser discípulos Misioneros, en el contexto de la V Conferencia, teniendo en cuenta nuestra realidad diocesana." Para cumplir este objetivo nos acompañara el Padre Ricardo Cortés Pifaut, rector de nuestro seminario que nos adentrará en la realidad socio-económica y pastoral de nuestra diócesis; además nos hará una sintesis de los aportes que esta Iglesia presentó a la V Conferencia y la Asamblea Eclesial Nacional.
Posteriormente, Monseñor Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaiso, hará una presentación del documento de Aparecida: su contenido, teología y espiritualidad, destacando el desafío de ser discípulos misionero.
Luego, se llevará a cabo el trabajo personal y comunitario que nos permita acoger con nuevas luces las Orientaciones Pastorales Nacionales y poder así realizar las Orientaciones de esta Iglesia Local. Además en dicha ocasión, se presentarán algunas actividades pastorales diocesanas como el Seminario, Pastoral de Educación Superior, EFOPEL Y el Departamento Pastoral de las Comunicaciones
.
Tomado desde: http://www.iglesia.cl

FOTOGRAMA EFOPEL SAN FELIPE. Una Ventana al Crecimiento Integral

















EFOPEL HA SIDO DISEÑADO POR UN EQUIPO DE ESPECIALISTAS DE NUESTRA DIOCESIS DE SAN FELIPE DE ACONCAGUA
COMO UNA EXPERIENCIA FORMATIVA QUE
ABRAQUE TODAS LAS DIMENSIONES PASTORALES, Y QUE PERMITA A LOS LAICOS COMPROMETIDOS,
CONTAR CON UNA FORMACIÓN DE PRIMER NIVEL.
(Fotografías del Archivo Efopel)

sábado, 28 de junio de 2008

Año Jubilar de San Pablo


El papa Benedicto XVI inauguró el Año Paulino en una víspera solemne celebrada hoy en la Basílica romana de San Pablo Extramuros. El apóstol, cuyo nacimiento se produjo hace 2.000 años. Hasta el 29 de junio de 2009, la Iglesia católica conmemorará el bimilenario del nacimiento del apóstol, considerado junto con Pedro uno de los misioneros más importantes de la religión cristiana en su período temprano.


Participaron en la misa ecuménica el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, así como numerosos representantes de diversas confesiones. "Para nosotros, Pablo no es una figura del pasado a la que le rendimos homenaje", dijo el Papa en su sermón. "Para la gente de hoy es un maestro, un apóstol y un predicador de la palabra de Jesucristo". "Es por eso que llamé a celebrar este 'Año Paulino': para que podamos oír las palabras (de Pablo) y aprender de él como nuestro maestro 'la fe y la verdad' en las que residen los motivos de la unidad entre los discípulos de Cristo". En el marco de la víspera, el máximo pontífice encendió una "llama de Pablo" que arderá durante todo el año. Además, también inauguró la puerta paulina de la basílica por la que ingresó para celebrar la ceremonia. Los seguidores que visiten la basílica en el próximo año para llegar al sepulcro del apóstol también ingresarán por esta puerta. A los peregrinos que visiten la tumba de Pablo durante el año de su aniversario les serán perdonados todos sus pecados.

martes, 24 de junio de 2008

DEVOCIÓN AL DIVINO CORAZÓN DE JESÚS EN JUNIO 2008



CORAZON.
El corazón representa la sede de los afectos y sentimientos. Las Sagradas Escrituras revelan el amor infinito de Dios que nos creó a sus imagen, capaces de amar. Jesús confirmó el Mandamiento principal de Dios: "amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. (Marcos 12,30).
El pecado endurece el corazón y permite al espíritu maligno apartarnos del amor. Por eso Dios prometió: "Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne". (Ez 36,26)
Tanto amó Dios al mundo que envió a su único Hijo. El nos amó y nos ama con un corazón humano que revela el infinito amor de Dios. El corazón traspasado de Jesús en la cruz revela su amor que es el amor del Padre.
A través de los siglos Jesús y María Santísima han revelado sus corazones a
numerosos santos. Sus vidas y los mensajes que recibieron de Jesús y de María nos permiten adentrarnos en el misterio del amor de los corazones.
Corazón de Jesús: La expresión «Corazón de Cristo» se refiere al «misterio mismo de Cristo, a la totalidad de su ser, a su persona considerada en su núcleo íntimo y esencial». -Directorio sobre piedad popular y liturgia, publicado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, # 166
Historia de la devoción al Sagrado Corazón-P.Jordi RiveroReferencias al corazón aparecen muy frecuentemente en la Biblia >>> con un rico significado. Jesús mismo nos dice:
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. -Mateo 22, 37.
Sin embargo, El sabía que nosotros somos incapaces de amar así por nuestra propia fuerza. Solo el amor divino es capaz de darse plenamente y los hombres. Es por eso que El mismo bajó del cielo, tomo un corazón humano y nos amo hasta el extremo, siendo traspasado por nosotros. Jesus perdona nuestros pecados y restaura nuestro corazón, capacitándolo para vivir en Su amor con su gracia. Contemplando el amor de Jesús, manifestado en su Corazón traspasado, El nos hace capaces del amor divino. ¡Quiere divinizarnos con su amor!
Mirarán al que traspasaron. -Juan 19,37Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanzay al instante salió sangre y agua.-Juan 19,34

Documento de Lectura y Reflexión. 2008





El Estado del Planeta, Según Benedicto XVI .



Escrito por Católico Digital
Lunes, 07 de enero de 2008


Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI este lunes a los embajadores de los países acreditados ante la Santa Sede con motivo del encuentro de felicitación por el nuevo año.
CIUDAD DEL VATICANO,


Excelencias.
Señoras y Señores.
1. Saludo cordialmente a vuestro decano, el Embajador Giovanni Galassi, y le agradezco las amables palabras que me ha dirigido en nombre del Cuerpo diplomático acreditado. Un saludo deferente va a cada uno de vosotros, y en particular a los que participan por primera vez en este encuentro. A través de vosotros, elevo mis fervientes votos a los pueblos y gobiernos que digna y competentemente representáis. Hace algunas semanas, vuestra comunidad se ha vestido de luto: el embajador de Francia, señor Bernard Kessedjian, culminó su peregrinación terrena; ¡que el Señor le conceda su paz! Al mismo tiempo, dirijo un pensamiento especial a las naciones que no tienen todavía relaciones diplomáticas con la Santa Sede: también ellas tienen un lugar en el corazón del Papa. Como he querido señalar en el Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz de este año, la Iglesia está profundamente convencida de que la humanidad constituye una familia.
2. Las relaciones diplomáticas con los Emiratos Árabes Unidos se han establecido inspiradas en un espíritu de familia, así como la visita a unos países muy queridos. La calurosa acogida de los brasileños permanece todavía vibrante en mi corazón. En este país, tuve la alegría de encontrar a los representantes de la gran familia de la Iglesia en América Latina y en el Caribe, reunidos en Aparecida para la Quinta Conferencia General del CELAM. En el ámbito económico y social, pude apreciar tanto signos elocuentes de esperanza para este continente como motivos de preocupación. ¿Cómo no desear una cooperación creciente entre los pueblos de América Latina, así como el cese de tensiones internas en cada uno de los países que la componen, para que puedan converger en los grandes valores inspirados por el Evangelio? Deseo mencionar a Cuba, que se apresta a celebrar el décimo aniversario de la visita de mi venerado Predecesor. El Papa Juan Pablo II fue recibido con afecto por las Autoridades y por la población, animando a todos los cubanos a colaborar para conseguir un futuro mejor. Permítaseme retomar este mensaje de esperanza que no ha perdido nada de su actualidad.
3. Mi pensamiento y mi oración se dirigen sobre todo hacia las poblaciones golpeadas por espantosas catástrofes naturales. Me refiero a los huracanes e inundaciones que han devastado ciertas regiones de México y de América Central, así como algunos países de África y de Asia, en particular Bangladesh, y una parte de Oceanía; también habría que mencionar los grandes incendios. El Cardenal Secretario de Estado, que, a finales de agosto se acercó hasta el Perú, me ofreció un testimonio directo de la destrucción y la desolación provocada por el terrible terremoto, pero también del ánimo y de la fe de las poblaciones afectadas. Frente a los trágicos acontecimientos de este tipo, es necesario un compromiso común y decidido. Como he escrito en la Encíclica sobre la Esperanza «la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad» (carta encíclica Spe salvi, n. 38).
4. La comunidad internacional mantiene viva su preocupación por el Medio Oriente. Me alegra que la Conferencia de Annapolis haya dado signos en la dirección de un abandono del recurso a soluciones parciales o unilaterales, en beneficio de una visión global, respetuosa de los derechos e intereses de los pueblos de la región. Una vez más, hago un llamamiento a los israelíes y a los palestinos, para que concentren sus esfuerzos en poner en práctica los compromisos asumidos en esta ocasión y no frenen el proceso felizmente iniciado. Invito además a la comunidad internacional a sostener a estos dos pueblos con convicción y comprensión hacia los sufrimientos y los miedos de cada uno de ellos. ¿Cómo no estar cerca del Líbano, en las pruebas y las violencias que siguen afligiendo este querido país?. Deseo que los libaneses puedan decidir libremente acerca de su futuro y pido al Señor que les ilumine, empezando por los responsables de la vida pública, para que, dejando de lado los intereses particulares, estén dispuestos a comprometerse por el camino del diálogo y de la reconciliación. Solamente así el país podrá progresar en la estabilidad y ser de nuevo un ejemplo de convivencia entre las comunidades. También en Irak, la reconciliación es una urgencia. Actualmente, los atentados terroristas, las amenazas y la violencia continúan, en particular contra la comunidad cristiana, y las noticias que nos llegan de ayer confirman nuestra preocupación; es evidente que todavía quedan por resolver aspectos esenciales de ciertas cuestiones políticas. En este marco, una reforma constitucional apropiada deberá salvaguardar los derechos de las minorías. Se necesitan importantes ayudas humanitarias para las poblaciones afectadas por la guerra, y pienso en particular en los desplazados dentro del país y en los refugiados en el extranjero, entre los cuales se encuentran numerosos cristianos. Invito a la comunidad internacional a mostrarse generosa con ellos y con los países donde ellos encuentran refugio, cuya capacidad de acogida se ve sometida a dura prueba. Deseo también alentar a que se continúe sin descanso por la vía de la diplomacia para resolver la cuestión del programa nuclear iraniano, negociando con buena fe, adoptando medidas destinadas a aumentar la transparencia y la confianza recíprocas, y teniendo siempre en cuenta las auténticas necesidades de los pueblos y del bien común de la familia humana.
5 Ampliando nuestra mirada al continente asiático, quisiera llamar vuestra atención sobre otras situaciones críticas. En primer lugar, Pakistán, que en los últimos meses ha sido duramente golpeado por la violencia. Deseo que todas las fuerzas políticas y sociales se comprometan en la construcción de una sociedad pacífica que respete los derechos de todos. En Afganistán, junto a la violencia se añaden otros graves problemas sociales, como la producción de drogas; es necesario ofrecer más apoyo a los esfuerzos de desarrollo y trabajar con más intensidad todavía en la construcción de un futuro sereno. En Sri Lanka, no es posible aplazar para más tarde los esfuerzos decisivos para remediar los inmensos sufrimientos causados por los conflictos vigentes. Pido al Señor que en Myanmar, con el apoyo de la comunidad internacional, se abra una época de diálogo entre el gobierno y la oposición, asegurando el verdadero respeto de todos los derechos del hombre y de las libertades fundamentales.
6. Volviendo ahora a África, quisiera en primer lugar volver a expresar mi profundo pesar al comprobar cómo la esperanza parece casi derrotada por el siniestro cortejo de hambre y de muerte que perdura en el Darfur. Deseo de todo corazón que la operación conjunta de las Naciones Unidas y de la Unión Africana, cuya misión acaba de comenzar, lleve ayuda y consuelo a las poblaciones que sufren. El proceso de paz en la República Democrática del Congo tropieza con fuertes resistencias en la zona de los grandes lagos, sobre todo en las regiones orientales, y Somalia, en particular Mogadiscio, sigue estando afligida por la violencia y la pobreza. Hago un llamamiento a las partes en conflicto para que cesen las operaciones militares, se facilite el paso de la ayuda humanitaria y los civiles sean respetados. Kenia ha experimentado estos días una brusca erupción de violencia. Uniéndome a la exhortación de los Obispos del 2 de enero, invito a todos los habitantes, y en particular a los responsables políticos, a buscar a través del diálogo una solución pacífica, fundada sobre la justicia y la fraternidad. La Iglesia Católica no es indiferente a los gemidos de dolor que se elevan en esta región. Ella hace suyas las peticiones de ayuda de los refugiados y de los desplazados y se compromete para favorecer la reconciliación, la justicia y la paz. Este año, Etiopía inicia el tercer milenio cristiano, y estoy seguro de que las celebraciones organizadas con este motivo contribuirán también a recordar la inmensa obra, social y apostólica, realizada por los Cristianos en África.
7. Terminando por Europa, me alegro de los progresos alcanzados en los diferentes países de la región de los Balcanes y expreso una vez más el deseo que el estatuto definitivo de Kosovo tenga en cuenta las legítimas reivindicaciones de las partes implicadas y garantice, a todos los que habitan en esta tierra, seguridad y respeto a sus derechos para que definitivamente se aleje el fantasma de los enfrentamientos violentos y se refuerce la estabilidad europea. Quisiera citar igualmente a Chipre recordando con alegría la visita, el mes de junio pasado, de Su Beatitud el Arzobispo Chrysostomos II. Deseo que, en el contexto de la Unión Europea, no se escatime ningún esfuerzo para encontrar solución a una crisis que dura demasiado tiempo. En el mes de septiembre pasado, realicé una visita a Austria, que quiso también subrayar la contribución esencial que la Iglesia católica puede y quiere dar a la unificación de Europa. A propósito de Europa, quisiera aseguraros que sigo con atención el período que se ha abierto con la firma del «Tratado de Lisboa». Esta etapa impulsa el proceso de construcción de la «casa Europea», que «será para todos un buen lugar para vivir si se construye sobre un sólido fundamento cultural y moral de valores comunes tomados de nuestra historia y de nuestras tradiciones» (Encuentro con las Autoridades y el Cuerpo diplomático, Viena, 7 septiembre 2007) y si ella no reniega de sus raíces cristianas.
8. De este rápido repaso general, aparece con claridad la fragilidad de la seguridad y la estabilidad en el mundo. Los factores de preocupación son diferentes; sin embargo, todos testimonian que la libertad humana no es absoluta, sino que se trata de un bien compartido, cuya responsabilidad incumbe a todos. En consecuencia, el orden y el derecho son elementos que la garantizan. El derecho sólo podrá ser una fuerza eficaz de paz si sus fundamentos permanecen sólidamente anclados en el derecho natural, dado por el Creador. Es por eso también que no se puede nunca excluir a Dios del horizonte del hombre y de la historia. El nombre de Dios es un nombre de justicia, representa una llamada urgente a la paz.
9. Esta toma de conciencia podría ayudar, entre otras cosas, a orientar las iniciativas de diálogo intercultural e interreligioso. Estas iniciativas son cada vez más numerosas y pueden estimular la colaboración en temas de interés mutuo, como la dignidad de la persona humana, la búsqueda del bien común, la construcción de la paz y el desarrollo. A este respecto, la Santa Sede ha querido dar un relieve particular a su participación en el diálogo de alto nivel sobre el entendimiento entre las religiones y las culturas y la cooperación para la paz, en el marco de la 62ª Asamblea General de las Naciones Unidas (4-5 octubre 2007), Este diálogo, para ser auténtico, debe ser claro, evitando relativismos y sincretismos, pero animado de un respeto sincero por los otros y de un espíritu de reconciliación y de fraternidad. La Iglesia católica está profundamente comprometida en ello y me es grato recordar de nuevo la carta que, el 13 de octubre pasado, me dirigieron ciento treinta y ocho personalidades musulmanas, renovando mi gratitud por los nobles sentimientos que allí se expresan.
10. Nuestra sociedad ha incluido justamente la grandeza y la dignidad de la persona humana en las diversas declaraciones de derechos, que han sido formuladas a partir de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, adoptada hace sesenta años. Este acto solemne fue, según la expresión del Papa Pablo VI, uno de los más grandes títulos de gloria de las Naciones Unidas. En todos los continentes, la Iglesia católica, se compromete para que los derechos del hombre sean no solamente proclamados, sino aplicados. Es de desear que los organismos creados para la defensa y promoción de los derechos del hombre consagren todas sus energías a este cometido, y en particular, que el Consejo de los Derechos del Hombre sepa responder a las expectativas suscitadas tras su creación.
11. La Santa Sede, por su parte, no dejará de reafirmar estos principios y estos derechos fundados sobre lo que es esencial y permanente en la persona humana. Es un servicio que la Iglesia desea ofrecer a la verdadera dignidad del hombre, creado a imagen de Dios. Partiendo precisamente de estas consideraciones, no puedo dejar de deplorar, una vez más, los continuos ataques perpetrados, en todos los continentes, contra la vida humana. Quisiera recordar, junto a tantos investigadores y científicos, que las nuevas fronteras de la bioética no imponen una elección entre la ciencia y la moral, sino que más bien exigen un uso moral de la ciencia. Por otra parte, recordando el llamamiento hecho por el Papa Juan Pablo II con ocasión del gran Jubileo del Año 2000, me alegra que, el 18 de diciembre pasado, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptara una resolución por la que se llama a los Estados a instituir una moratoria en la aplicación de la pena de muerte, y deseo que esta iniciativa estimule el debate público sobre el carácter sagrado de la vida humana. Deploro, una vez más, los ataques preocupantes contra la integridad de la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. Los responsables de la política, de la orientación que sean, deben defender esta institución fundamental, célula básica de la sociedad. ¡Qué más se puede decir! Hasta la libertad religiosa, «exigencia ineludible de la dignidad de cada hombre y piedra angular del edificio de los derechos humanos» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1988, preámbulo), está frecuentemente amenazada. Existen, en efecto, lugares donde no se puede ejercer plenamente. La Santa Sede, la defiende y pide su respeto para todos. Ella esta preocupada por las discriminaciones contra los cristianos y contra los fieles de otras religiones.
12. La paz no puede ser sólo una simple palabra o una aspiración ilusoria. La paz es un compromiso y un modo de vida que exige que se satisfagan las expectativas legítimas de todos como el acceso a la alimentación, al agua y a la energía, a la medicina y a la tecnología, o bien el control de los cambios climáticos. Solamente así se puede construir el futuro de la humanidad; solamente así se favorece el desarrollo integral para hoy y para mañana. Hace cuarenta años, el Papa Pablo VI, acuñando una expresión particularmente feliz, señaló en la Encíclica Populorum progressio que «el desarrollo es el nuevo nombre de la paz». Por eso, para consolidar la paz, es necesario que los positivos resultados macroeconómicos, obtenidos en 2007 por numerosos países en vías de desarrollo, sean sostenidos por políticas sociales eficaces y por la puesta en práctica de compromisos de asistencia por parte de los países ricos.
13. Por último, quisiera exhortar a la comunidad internacional a un compromiso global por la seguridad. Un esfuerzo conjunto por parte de los Estados para aplicar todas las obligaciones contraídas, y para impedir el acceso de los terroristas a las armas de destrucción masiva, reforzaría, sin ninguna duda, el régimen de no proliferación nuclear y lo haría más eficaz. Celebro el acuerdo alcanzado para el desmantelamiento del programa de armamento nuclear en Corea del Norte y animo a la adopción de medidas apropiadas para la reducción de armas de tipo convencional y para afrontar el problema humanitario planteado por las bombas de racimo.
Señoras y señores Embajadores.
14. La diplomacia es, en cierta manera, el arte de la esperanza. Ella vive de la esperanza e intenta discernir incluso sus signos más tenues. La diplomacia debe dar esperanza. Cada año, la celebración de la Navidad nos recuerda que, cuando Dios se hizo niño pequeño, la Esperanza vino a habitar en el mundo, en el corazón de la familia humana. Esta certeza se hace hoy oración: que Dios abra a la Esperanza, que no defrauda nunca, el corazón de aquellos que gobiernan la familia de los pueblos. Movido por estos sentimientos, dirijo a cada uno de vosotros mis mejores votos, para que vosotros, vuestros colaboradores y los pueblos que representáis seáis iluminados por la Gracia y la Paz que nos llegan del Niño de Belén.
[Traducción del original distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]