viernes, 2 de enero de 2009

RECURSOS PARA PROFUNDIZAR SANTA MISA DEL 04 de Enero 2009


Domingo II después de Navidad
Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II
Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva
(Ecl 24, 1-2.8-12) “Desde el principio, antes de los siglos, me creó”
(Ef 1,3-6.15-18) “Bendito sea Dios (…) que nos ha bendecido en la persona de Cristo”
(Jn 1,1-18) “Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”
Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II
En el rezo del Ángelus, 4-I-1987
---El Verbo se hizo carne
---Elegidos para ser hijos adoptivos
---Predestinados en Cristo
---El Verbo se hizo carne
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el que va a nacer se llamará Hijo de Dios” (Lc 1,35).
Nos reunimos para el Ángelus. Escuchamos cada vez estas palabras, que el mensajero divino dirige a la Virgen de Nazaret. Hoy nos volvemos a legrar por el cumplimiento de estas palabras.
">">La Iglesia vive el tiempo del Nacimiento del Señor. El Verbo –que por el anuncio del Ángel fue concebido en el seno de María de Nazaret- ya se hizo carne. El Hijo de Dios ya tiene su nombre humano. Se llama Jesús, es decir, “Salvador”.
La liturgia del Domingo de hoy nos invita a leer de nuevo profundamente el misterio del Nacimiento de Dios. Escuchemos, pues, las palabras de la carta a los Efesios: “El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo… nos bendijo en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales. Ya que en él nos eligió antes de la creación del mundo…, nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo.” (Ef 1,3-5).
---Elegidos para ser hijos adoptivos
No podemos vivir el nacimiento del Señor sin pensar en esta elección. Estamos eternamente en el “predilecto” Hijo del Padre. Esta elección permanece, ha revestido la forma de la noche de Belén. Se ha hecho el evangelio de la cruz y de la resurrección. Sobre el acontecimiento de Belén se ha puesto el sello definitivo. El sello de la “predestinación divina”.
---Predestinados en Cristo
Somos predestinados en Cristo. Como quiera que se desarrollen los destinos del hombre sobre la tierra, cualquier cosa que traiga consigo el nuevo año, cualquiera que sea la dirección que tomen los acontecimientos de la historia humana, ¡somos elegidos!
El Hijo de Dios se hizo hombre para volver a confirmar, mediante la asunción de todas las dimensiones de la existencia humana sobre la tierra, esta Verdad eterna: la divina verdad sobre el hombre.
Recemos a María para que el Nacimiento del Señor renueve en nosotros la conciencia de esta verdad. Para que la suscite donde todavía hay oscuridad.
DP-4 1987

"Benedicto XVI llega al corazón de la gente pasando antes por el cerebro"sábado, 03 de enero de 2009Inmaculada García-Leyva
Ideal.es
Con motivo en Granada del 50 aniversario del
Colegio Mayor Alsajara, acudió a esta ciudad Joaquín Navarro-Valls, durante 18 años portavoz del Vaticano en el pontificado de Juan Pablo II.
¿Cómo era Karol Wojtyla en la intimidad?
Era un hombre alegre. Trabajar con él era, también por esto, una experiencia extraordinaria. Pero su alegría no era sólo temperamental: tenía las raíces profundas que dan las convicciones. Eso hace a la alegría más estable, como una necesidad continua. El sabía dar razón de su alegría.
¿Qué hace ahora? A qué se dedica actualmente tras tener un horario de 24 horas al día. (Usted dijo alguna vez que cuando usted se levantaba en Roma, los católicos de China y Oriente llevaban despiertos varias horas del día y que eso era ya tener trabajo acumulado).
He vuelto a la actividad académica como Presidente del Comité de Orientación en la Universidad Campus Bio Médico de Roma. Además estoy en el Comité Estratégico de una productora cinematográfica italiana. Escribo. Soy Presidente de una Fundación "no profit" de orientación cultural y asistencial. Y alguna otra cosa más. Como puede imaginar, el horario de 24 horas de actividad al día no ha cambiado.
Está usted escribiendo sus memorias sobre Juan Pablo II. ¿Puede mostrar algo que los medios no hayan retratado de él? ¿Alguna anécdota?
Habría mucho todavía nuevo por decir sobre Juan Pablo II. Pienso que una personalidad tan rica como la suya es aún en gran parte desconocida. Se sabe de su actividad, de su enorme influencia global en toda una generación. Pero su persona, su carácter, la dimensión de su vida personal, necesitaría todavía ser pensada y explicada. Ese libro al que usted se refiere lo siento, personalmente, como un imperativo moral, como algo que debería hacer. Pero no lo he comenzado todavía.
El peor momento del Pontificado desde el punto de vista informativo. Supongo que las alegrías fueron mayores.
No me gusta, en general, hablar de dificultades porque de eso habla ya mucha gente. Ciertamente, no parece fácil transmitir los valores universales sobre el ser humano y el mensaje cristiano a una época que parece desatenta, distraída. Pero Juan Pablo II supo no sólo transmitir ese mensaje sino entusiasmar con él a muchos dentro y fuera de la geografía cristiana. Las alegrías, como usted dice, fueron mayores. Y mucho más frecuentes que las dificultades. Sencillamente, porque quien escuchaba se daba cuenta de que lo que se decía era verdad.
Tras el atentado, ¿llegó a perdonar realmente Juan Pablo II a Ali Agca? Algunos no creen tan evidente aquel abrazo de Karol Wojtyla en la cárcel y consideran que fue un gesto más propio de un político. ¿Qué opina al respecto?
Tres días después del atentado, cuando por primera vez se pudieron registrar unas palabras del Papa desde su cama en el hospital para transmitirlas a la opinión pública, Juan Pablo II dijo que perdonaba "al hermano que me ha herido". Unos meses después, ya recuperado, quiso además ir a la cárcel para repetirle personalmente a Ali Agca lo que ya había dicho públicamente. El mismo Papa me contó aquella desconcertante conversación privada con quien quiso asesinarle. Pero no es ahora la ocasión de repetir su contenido.
¿Cómo vio usted el decaimiento de Juan Pablo II hasta su muerte con dignidad?
Juan Pablo II había escrito durante su Pontificado trece Encíclicas. Pero todo lo que pudo decir al mundo con las imágenes de sus enfermedades hasta el final lo considero como su Encíclica número catorce, la más bella porque no fue un documento escrito sino un ejemplo vivido. Supo hacer de los límites que trae la enfermedad y la ancianidad un nuevo instrumento para transmitir valores humanos y cristianos a toda una cultura que ve el dolor, la enfermedad y la vejez casi como un escándalo.
¿Juan Pablo II santo súbito? Aunque usted sea juez y parte, ¿qué le parece?
Hasta hace pocos siglos, la Iglesia reconocía la santidad de los santos por aclamación popular. De algún modo, con aquel clamor público y manifestado el día del funeral de Juan Pablo II se repetía la historia. Por otra parte, pienso también que durante el proceso de beatificación que se está haciendo se ha recogido una extraordinaria riqueza de datos biográficos aportados por las personas que habían vivido con él y conocían aspectos íntimos suyos. Todo eso lleva tiempo. Pero tiene un valor asombroso desde el punto de vista histórico.
Estereotipos, medios y prensa
Algunos medios o periodistas utilizan adjetivos sobre el pontificado o cualquier institución. Se denomina conservador o progresista al Consejo Judicial, a una ONG o institución cualquiera. ¿Qué piensa de esto? ¿Es malo etiquetar? ¿Hay alguna inmunidad frente al contagio de cierto periodismo o de periodistas que hacen de la simplificación un modo de trabajo?
La suya es una pregunta de teoría sobre el periodismo que sería muy interesante abordar quizás en otra ocasión. Diría ahora solamente que el periodismo consiste en transmitir una experiencia que el periodista considera verdadera. Si falta aquella experiencia —de un hecho, de una persona, etc.—, no se hace periodismo sino ficción. Y si falta la convicción de que aquello que se cuenta es verdadero, tampoco se hace periodismo, se hace propaganda.
¿En este sentido anterior cómo se ve Joseph Ratzinger desde la distancia cercana? ¿Cuál es su principal virtud?
La riqueza conceptual, de pensamiento, de Benedicto XVI es asombrosa. Ya lo había comprobado durante años en las muchas ocasiones en que, por mi trabajo, tuve que participar en reuniones con él. Ahora, como Papa, está haciendo una extraordinaria pastoral de la inteligencia. Llega al corazón de la gente, pero pasando antes por el cerebro.
Medios y prensa
Más estereotipos. ¿Tiene la Iglesia mala prensa? Si la tiene, ¿qué remedios aplicó usted y qué se puede hacer? Algún consejo a los lectores de prensa
No querría trivializar con dos palabras un tema tan interesante. Pero yo no sería tan pesimista en esta cuestión. El universo de verdades y valores que la Iglesia tiene y propone son bastante reconocibles en los medios. Me refiero a realidades como la dignidad humana, el sentido de la familia, el deber de la honradez en el trabajo, y tantos otros. Si esos valores son distorsionados en un medio, el lector puede cambiar de periódico o de televisión. La ventaja de nuestra época es que la oferta informativa es tan amplia que hay donde elegir. En el fondo, desde el punto de vista del lector el tema es siempre el mismo: ¿dónde me informo de las cosas? Es una pregunta inevitable que cada uno ha de responderse y actuar en consecuencia.
¿Qué significa dar el dato y su interpretación?
Dar el dato es obvio, aunque no todos lo hacen: el dato hay que darlo completo y no sólo la parte de él que cuadra con mi punto de vista. Su interpretación no es lo que yo quisiera que el dato signifique, sino el contexto —la historia, precedentes, circunstancias etc.— en las que el dato encuentra su comprensión. El periodista ayuda a interpretar el dato cuando lo cuenta con su contexto. Pero eso exige una cosa que no es frecuentísima: acostumbrase a pensar fuera de las ideologías. Es decir, salirse de la propia ideología y pensar las cosas como son.
Si detrás de un gran hombre hay una gran mujer y viceversa, detrás de un Papa hay un buen portavoz, por lo que también sus opiniones tienen interés. También es usted un personaje público, pero usted dijo al morir el Papa —al preguntarle cómo se encontraba usted— que lo que usted pensara entonces no tenía relevancia. Parece usted un hombre frío…
Respondería a su pregunta diciendo que es muy bonito ser profeta. Pero un profeta lo es siempre de alguien distinto de sí mismo. Si uno se hace profeta de sí mismo, en ese mismo momento deja de ser profeta. Mi trabajo, en aquel como en otros muchos momentos de los años que estuve con Juan Pablo II y luego con Benedicto XVI, era transmitir las verdades y los hechos de aquellas dos personas y de la Institución que ellos personificaban. Por eso mis emociones en los días que precedieron la muerte de Juan Pablo II eran, desde el punto de vista informativo, completamente irrelevantes. La gente estaba interesada en el mensaje, no en el mensajero.
¿Se puede y debe guardar la distancia con la noticia sin que nos implique?
Los acontecimientos nos implican siempre. Los hechos, si son verdaderos, no nos dejan nunca indiferentes. Pero la transmisión de una verdad exige fidelidad a ella, depurando la noticia informativa del eco —emotivo o no— que aquellos hechos evocan en quien los narra.
En corto
Su minuto de gloria fue en el Cairo. Algunos hablaron de un enfrentamiento con Al Gore… ¿Qué hay de cierto?
Al Gore, jefe de la delegación americana en aquella Conferencia de las Naciones Unidas, llevaba una agenda temática en contraste con algunas cuestiones fundamentales de la dignidad humana. Simplemente, en cuanto miembro de la delegación vaticana, tuve que contrastarla públicamente. Y, al parecer, la opinión pública —también la americana— agradeció aquella clarificación.
Se siente añoranza, por esos años vividos.
Se siente uno agradecido y enriquecido por aquellos años.
De joven, ¿pensó alguna vez que llegaría tan lejos en la vida?
De joven uno normalmente vive en presente y ve la vida futura como algo informe, posible, inimaginable. Luego uno aprende a gestionar las sorpresas…
Vivió en Granada una temporada. ¿Qué relación tiene con esta ciudad? ¿Qué destacaría de ella?
Aquí empezó mi vida universitaria y luego volví en los primeros años de mi especialización médica. Recuerdo de entonces el impacto estético de esta ciudad, un poco romántica, de buena tradición literaria, pictórica y musical. Estoy agradecido a Granada por lo que entonces me desveló. También porque fue aquí donde por primera vez conocí el extraordinario contenido humano y espiritual del mensaje del
Opus Dei.
Su vida en dos palabras o en alguna cita se resumen en…
Diría lo que usted recordó antes: lo que uno pueda decir de su propia vida es bastante irrelevante. Se corre siempre el riesgo de dejar en el tintero lo verdaderamente significativo.

Combatir la pobreza, construir la paz

jueves, 01 de enero de 2009 Vatican.va
Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz que se celebra el primer día del año
1. En este año nuevo que comienza, deseo hacer llegar a todos mis mejores deseos de paz, e invitar con este Mensaje a reflexionar sobre el tema: Combatir la pobreza, construir la paz. Mi venerado predecesor Juan Pablo II, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1993, subrayó ya las repercusiones negativas que la situación de pobreza de poblaciones enteras acaba teniendo sobre la paz. En efecto, la pobreza se encuentra frecuentemente entre los factores que favorecen o agravan los conflictos, incluidas las contiendas armadas. Estas últimas alimentan a su vez trágicas situaciones de penuria. «Se constata y se hace cada vez más grave en el mundo –escribió Juan Pablo II– otra seria amenaza para la paz: muchas personas, es más, poblaciones enteras viven hoy en condiciones de extrema pobreza. La desigualdad entre ricos y pobres se ha hecho más evidente, incluso en las naciones más desarrolladas económicamente. Se trata de un problema que se plantea a la conciencia de la humanidad, puesto que las condiciones en que se encuentra un gran número de personas son tales que ofenden su dignidad innata y comprometen, por consiguiente, el auténtico y armónico progreso de la comunidad mundial»
[1].
2. En este cuadro, combatir la pobreza implica considerar atentamente el fenómeno complejo de la globalización. Esta consideración es importante ya desde el punto de vista metodológico, pues invita a tener en cuenta el fruto de las investigaciones realizadas por los economistas y sociólogos sobre tantos aspectos de la pobreza. Pero la referencia a la globalización debería abarcar también la dimensión espiritual y moral, instando a mirar a los pobres desde la perspectiva de que todos comparten un único proyecto divino, el de la vocación de construir una sola familia en la que todos –personas, pueblos y naciones– se comporten siguiendo los principios de fraternidad y responsabilidad.
En dicha perspectiva se ha de tener una visión amplia y articulada de la pobreza. Si ésta fuese únicamente material, las ciencias sociales, que nos ayudan a medir los fenómenos basándose sobre todo en datos de tipo cuantitativo, serían suficientes para iluminar sus principales características. Sin embargo, sabemos que hay pobrezas inmateriales, que no son consecuencia directa y automática de carencias materiales. Por ejemplo, en las sociedades ricas y desarrolladas existen fenómenos de marginación, pobreza relacional, moral y espiritual: se trata de personas desorientadas interiormente, aquejadas por formas diversas de malestar a pesar de su bienestar económico. Pienso, por una parte, en el llamado «subdesarrollo moral»
[2] y, por otra, en las consecuencias negativas del «superdesarrollo»[3]. Tampoco olvido que, en las sociedades definidas como «pobres», el crecimiento económico se ve frecuentemente entorpecido por impedimentos culturales, que no permiten utilizar adecuadamente los recursos. De todos modos, es verdad que cualquier forma de pobreza no asumida libremente tiene su raíz en la falta de respeto por la dignidad trascendente de la persona humana. Cuando no se considera al hombre en su vocación integral, y no se respetan las exigencias de una verdadera «ecología humana»[4], se desencadenan también dinámicas perversas de pobreza, como se pone claramente de manifiesto en algunos aspectos en los cuales me detendré brevemente.
Pobreza e implicaciones morales
3. La pobreza se pone a menudo en relación con el crecimiento demográfico. Consiguientemente, se están llevando a cabo campañas para reducir la natalidad en el ámbito internacional, incluso con métodos que no respetan la dignidad de la mujer ni el derecho de los cónyuges a elegir responsablemente el número de hijos
[5] y, lo que es más grave aún, frecuentemente ni siquiera respetan el derecho a la vida. El exterminio de millones de niños no nacidos en nombre de la lucha contra la pobreza es, en realidad, la eliminación de los seres humanos más pobres. A esto se opone el hecho de que, en 1981, aproximadamente el 40% de la población mundial estaba por debajo del umbral de la pobreza absoluta, mientras que hoy este porcentaje se ha reducido sustancialmente a la mitad y numerosas poblaciones, caracterizadas, por lo demás, por un notable incremento demográfico, han salido de la pobreza. El dato apenas mencionado muestra claramente que habría recursos para resolver el problema de la indigencia, incluso con un crecimiento de la población. Tampoco hay que olvidar que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, la población de la tierra ha crecido en cuatro mil millones y, en buena parte, este fenómeno se produce en países que han aparecido recientemente en el escenario internacional como nuevas potencias económicas, y han obtenido un rápido desarrollo precisamente gracias al elevado número de sus habitantes. Además, entre las naciones más avanzadas, las que tienen un mayor índice de natalidad disfrutan de mejor potencial para el desarrollo. En otros términos, la población se está confirmando como una riqueza y no como un factor de pobreza.
4. Otro aspecto que preocupa son las enfermedades pandémicas, como por ejemplo, la malaria, la tuberculosis y el sida que, en la medida en que afectan a los sectores productivos de la población, tienen una gran influencia en el deterioro de las condiciones generales del país. Los intentos de frenar las consecuencias de estas enfermedades en la población no siempre logran resultados significativos. Además, los países aquejados de dichas pandemias, a la hora de contrarrestarlas, sufren los chantajes de quienes condicionan las ayudas económicas a la puesta en práctica de políticas contrarias a la vida. Es difícil combatir sobre todo el sida, causa dramática de pobreza, si no se afrontan los problemas morales con los que está relacionada la difusión del virus. Es preciso, ante todo, emprender campañas que eduquen especialmente a los jóvenes a una sexualidad plenamente concorde con la dignidad de la persona; hay iniciativas en este sentido que ya han dado resultados significativos, haciendo disminuir la propagación del virus. Además, se requiere también que se pongan a disposición de las naciones pobres las medicinas y tratamientos necesarios; esto exige fomentar decididamente la investigación médica y las innovaciones terapéuticas, y aplicar con flexibilidad, cuando sea necesario, las reglas internacionales sobre la propiedad intelectual, con el fin de garantizar a todos la necesaria atención sanitaria de base.
5. Un tercer aspecto en que se ha de poner atención en los programas de lucha contra la pobreza, y que muestra su intrínseca dimensión moral, es la pobreza de los niños. Cuando la pobreza afecta a una familia, los niños son las víctimas más vulnerables: casi la mitad de quienes viven en la pobreza absoluta son niños. Considerar la pobreza poniéndose de parte de los niños impulsa a estimar como prioritarios los objetivos que los conciernen más directamente como, por ejemplo, el cuidado de las madres, la tarea educativa, el acceso a las vacunas, a las curas médicas y al agua potable, la salvaguardia del medio ambiente y, sobre todo, el compromiso en la defensa de la familia y de la estabilidad de las relaciones en su interior. Cuando la familia se debilita, los daños recaen inevitablemente sobre los niños. Donde no se tutela la dignidad de la mujer y de la madre, los más afectados son principalmente los hijos.
6. Un cuarto aspecto que merece particular atención desde el punto de vista moral es la relación entre el desarme y el desarrollo. Es preocupante la magnitud global del gasto militar en la actualidad. Como ya he tenido ocasión de subrayar, «los ingentes recursos materiales y humanos empleados en gastos militares y en armamentos se sustraen a los proyectos de desarrollo de los pueblos, especialmente de los más pobres y necesitados de ayuda. Y esto va contra lo que afirma la misma Carta de las Naciones Unidas, que compromete a la comunidad internacional, y a los Estados en particular, a “promover el establecimiento y el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacional con el mínimo dispendio de los recursos humanos y económicos mundiales en armamentos” (art. 26)»
[6].
Este estado de cosas, en vez de facilitar, entorpece seriamente la consecución de los grandes objetivos de desarrollo de la comunidad internacional. Además, un incremento excesivo del gasto militar corre el riesgo de acelerar la carrera de armamentos, que provoca bolsas de subdesarrollo y de desesperación, transformándose así, paradójicamente, en factor de inestabilidad, tensión y conflictos. Como afirmó sabiamente mi venerado Predecesor Pablo VI, «el desarrollo es el nuevo nombre de la paz»
[7]. Por tanto, los Estados están llamados a una seria reflexión sobre los motivos más profundos de los conflictos, a menudo avivados por la injusticia, y a afrontarlos con una valiente autocrítica. Si se alcanzara una mejora de las relaciones, sería posible reducir los gastos en armamentos. Los recursos ahorrados se podrían destinar a proyectos de desarrollo de las personas y de los pueblos más pobres y necesitados: los esfuerzos prodigados en este sentido son un compromiso por la paz dentro de la familia humana.
7. Un quinto aspecto de la lucha contra la pobreza material se refiere a la actual crisis alimentaria, que pone en peligro la satisfacción de las necesidades básicas. Esta crisis se caracteriza no tanto por la insuficiencia de alimentos, sino por las dificultades para obtenerlos y por fenómenos especulativos y, por tanto, por la falta de un entramado de instituciones políticas y económicas capaces de afrontar las necesidades y emergencias. La malnutrición puede provocar también graves daños psicofísicos a la población, privando a las personas de la energía necesaria para salir, sin una ayuda especial, de su estado de pobreza. Esto contribuye a ampliar la magnitud de las desigualdades, provocando reacciones que pueden llegar a ser violentas. Todos los datos sobre el crecimiento de la pobreza relativa en los últimos decenios indican un aumento de la diferencia entre ricos y pobres. Sin duda, las causas principales de este fenómeno son, por una parte, el cambio tecnológico, cuyos beneficios se concentran en el nivel más alto de la distribución de la renta y, por otra, la evolución de los precios de los productos industriales, que aumentan mucho más rápidamente que los precios de los productos agrícolas y de las materias primas que poseen los países más pobres. Resulta así que la mayor parte de la población de los países más pobres sufre una doble marginación, beneficios más bajos y precios más altos.
Lucha contra la pobreza y solidaridad global
8. Una de las vías maestras para construir la paz es una globalización que tienda a los intereses de la gran familia humana
[8]. Sin embargo, para guiar la globalización se necesita una fuerte solidaridad global[9], tanto entre países ricos y países pobres, como dentro de cada país, aunque sea rico. Es preciso un «código ético común»[10], cuyas normas no sean sólo fruto de acuerdos, sino que estén arraigadas en la ley natural inscrita por el Creador en la conciencia de todo ser humano (cf. Rm 2,14-15). Cada uno de nosotros ¿no siente acaso en lo recóndito de su conciencia la llamada a dar su propia contribución al bien común y a la paz social? La globalización abate ciertas barreras, pero esto no significa que no se puedan construir otras nuevas; acerca los pueblos, pero la proximidad en el espacio y en el tiempo no crea de suyo las condiciones para una comunión verdadera y una auténtica paz. La marginación de los pobres del planeta sólo puede encontrar instrumentos válidos de emancipación en la globalización si todo hombre se siente personalmente herido por las injusticias que hay en el mundo y por las violaciones de los derechos humanos vinculadas a ellas. La Iglesia, que es «signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano» [11], continuará ofreciendo su aportación para que se superen las injusticias e incomprensiones, y se llegue a construir un mundo más pacífico y solidario.
9. En el campo del comercio internacional y de las transacciones financieras, se están produciendo procesos que permiten integrar positivamente las economías, contribuyendo a la mejora de las condiciones generales; pero existen también procesos en sentido opuesto, que dividen y marginan a los pueblos, creando peligrosas premisas para conflictos y guerras. En los decenios sucesivos a la Segunda Guerra Mundial, el comercio internacional de bienes y servicios ha crecido con extraordinaria rapidez, con un dinamismo sin precedentes en la historia. Gran parte del comercio mundial se ha centrado en los países de antigua industrialización, a los que se han añadido de modo significativo muchos países emergentes, que han adquirido una cierta relevancia. Sin embargo, hay otros países de renta baja que siguen estando gravemente marginados respecto a los flujos comerciales. Su crecimiento se ha resentido por la rápida disminución de los precios de las materias primas registrada en las últimas décadas, que constituyen la casi totalidad de sus exportaciones. En estos países, la mayoría africanos, la dependencia de las exportaciones de las materias primas sigue siendo un fuerte factor de riesgo. Quisiera renovar un llamamiento para que todos los países tengan las mismas posibilidades de acceso al mercado mundial, evitando exclusiones y marginaciones
10. Se puede hacer una reflexión parecida sobre las finanzas, que atañe a uno de los aspectos principales del fenómeno de la globalización, gracias al desarrollo de la electrónica y a las políticas de liberalización de los flujos de dinero entre los diversos países. La función objetivamente más importante de las finanzas, el sostener a largo plazo la posibilidad de inversiones y, por tanto, el desarrollo, se manifiesta hoy muy frágil: se resiente de los efectos negativos de un sistema de intercambios financieros –en el plano nacional y global– basado en una lógica a muy corto plazo, que busca el incremento del valor de las actividades financieras y se concentra en la gestión técnica de las diversas formas de riesgo. La reciente crisis demuestra también que la actividad financiera está guiada a veces por criterios meramente autorreferenciales, sin consideración del bien común a largo plazo. La reducción de los objetivos de los operadores financieros globales a un brevísimo plazo de tiempo reduce la capacidad de las finanzas para desempeñar su función de puente entre el presente y el futuro, con vistas a sostener la creación de nuevas oportunidades de producción y de trabajo a largo plazo. Una finanza restringida al corto o cortísimo plazo llega a ser peligrosa para todos, también para quien logra beneficiarse de ella durante las fases de euforia financiera
[12].
11. De todo esto se desprende que la lucha contra la pobreza requiere una cooperación tanto en el plano económico como en el jurídico que permita a la comunidad internacional, y en particular a los países pobres, descubrir y poner en práctica soluciones coordinadas para afrontar dichos problemas, estableciendo un marco jurídico eficaz para la economía. Exige también incentivos para crear instituciones eficientes y participativas, así como ayudas para luchar contra la criminalidad y promover una cultura de la legalidad. Por otro lado, es innegable que las políticas marcadamente asistencialistas están en el origen de muchos fracasos en la ayuda a los países pobres. Parece que, actualmente, el verdadero proyecto a medio y largo plazo sea el invertir en la formación de las personas y en desarrollar de manera integrada una cultura de la iniciativa. Si bien las actividades económicas necesitan un contexto favorable para su desarrollo, esto no significa que se deba distraer la atención de los problemas del beneficio. Aunque se haya subrayado oportunamente que el aumento de la renta per capita no puede ser el fin absoluto de la acción político-económica, no se ha de olvidar, sin embargo, que ésta representa un instrumento importante para alcanzar el objetivo de la lucha contra el hambre y la pobreza absoluta. Desde este punto de vista, no hay que hacerse ilusiones pensando que una política de pura redistribución de la riqueza existente resuelva el problema de manera definitiva. En efecto, el valor de la riqueza en una economía moderna depende de manera determinante de la capacidad de crear rédito presente y futuro. Por eso, la creación de valor resulta un vínculo ineludible, que se debe tener en cuenta si se quiere luchar de modo eficaz y duradero contra la pobreza material.
12. Finalmente, situar a los pobres en el primer puesto comporta que se les dé un espacio adecuado para una correcta lógica económica por parte de los agentes del mercado internacional, una correcta lógica política por parte de los responsables institucionales y una correcta lógica participativa capaz de valorizar la sociedad civil local e internacional. Los organismos internacionales mismos reconocen hoy la valía y la ventaja de las iniciativas económicas de la sociedad civil o de las administraciones locales para promover la emancipación y la inclusión en la sociedad de las capas de población que a menudo se encuentran por debajo del umbral de la pobreza extrema y a las que, al mismo tiempo, difícilmente pueden llegar las ayudas oficiales. La historia del desarrollo económico del siglo XX enseña cómo buenas políticas de desarrollo se han confiado a la responsabilidad de los hombres y a la creación de sinergias positivas entre mercados, sociedad civil y Estados. En particular, la sociedad civil asume un papel crucial en el proceso de desarrollo, ya que el desarrollo es esencialmente un fenómeno cultural y la cultura nace y se desarrolla en el ámbito de la sociedad civil
[13].
13. Como ya afirmó mi venerado Predecesor Juan Pablo II, la globalización «se presenta con una marcada nota de ambivalencia»
[14] y, por tanto, ha de ser regida con prudente sabiduría. De esta sabiduría, forma parte el tener en cuenta en primer lugar las exigencias de los pobres de la tierra, superando el escándalo de la desproporción existente entre los problemas de la pobreza y las medidas que los hombres adoptan para afrontarlos. La desproporción es de orden cultural y político, así como espiritual y moral. En efecto, se limita a menudo a las causas superficiales e instrumentales de la pobreza, sin referirse a las que están en el corazón humano, como la avidez y la estrechez de miras. Los problemas del desarrollo, de las ayudas y de la cooperación internacional se afrontan a veces como meras cuestiones técnicas, que se agotan en establecer estructuras, poner a punto acuerdos sobre precios y cuotas, en asignar subvenciones anónimas, sin que las personas se involucren verdaderamente. En cambio, la lucha contra la pobreza necesita hombres y mujeres que vivan en profundidad la fraternidad y sean capaces de acompañar a las personas, familias y comunidades en el camino de un auténtico desarrollo humano.
Conclusión
14. En la Encíclica
Centesimus annus, Juan Pablo II advirtió sobre la necesidad de «abandonar una mentalidad que considera a los pobres –personas y pueblos– como un fardo o como molestos e importunos, ávidos de consumir lo que los otros han producido». «Los pobres –escribe– exigen el derecho de participar y gozar de los bienes materiales y de hacer fructificar su capacidad de trabajo, creando así un mundo más justo y más próspero para todos»[15]. En el mundo global actual, aparece con mayor claridad que solamente se construye la paz si se asegura la posibilidad de un crecimiento razonable. En efecto, las tergiversaciones de los sistemas injustos antes o después pasan factura a todos. Por tanto, únicamente la necedad puede inducir a construir una casa dorada, pero rodeada del desierto o la degradación. Por sí sola, la globalización es incapaz de construir la paz, más aún, genera en muchos casos divisiones y conflictos. La globalización pone de manifiesto más bien una necesidad: la de estar orientada hacia un objetivo de profunda solidaridad, que tienda al bien de todos y cada uno. En este sentido, hay que verla como una ocasión propicia para realizar algo importante en la lucha contra la pobreza y para poner a disposición de la justicia y la paz recursos hasta ahora impensables.
15. La Doctrina Social de la Iglesia se ha interesado siempre por los pobres. En tiempos de la Encíclica
Rerum novarum, éstos eran sobre todo los obreros de la nueva sociedad industrial; en el magisterio social de Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II se han detectado nuevas pobrezas a medida que el horizonte de la cuestión social se ampliaba, hasta adquirir dimensiones mundiales[16]. Esta ampliación de la cuestión social hacia la globalidad hay que considerarla no sólo en el sentido de una extensión cuantitativa, sino también como una profundización cualitativa en el hombre y en las necesidades de la familia humana. Por eso la Iglesia, a la vez que sigue con atención los actuales fenómenos de la globalización y su incidencia en las pobrezas humanas, señala nuevos aspectos de la cuestión social, no sólo en extensión, sino también en profundidad, en cuanto conciernen a la identidad del hombre y su relación con Dios. Son principios de la doctrina social que tienden a clarificar las relaciones entre pobreza y globalización, y a orientar la acción hacia la construcción de la paz. Entre estos principios conviene recordar aquí, de modo particular, el «amor preferencial por los pobres»[17], a la luz del primado de la caridad, atestiguado por toda la tradición cristiana, comenzando por la de la Iglesia primitiva (cf. Hch 4,32-36; 1 Co 16,1; 2 Co 8-9; Ga 2,10).
«Que se ciña cada cual a la parte que le corresponde», escribía León XIII en 1891, añadiendo: «Por lo que respecta a la Iglesia, nunca ni bajo ningún aspecto regateará su esfuerzo»
[18]. Esta convicción acompaña también hoy el quehacer de la Iglesia para con los pobres, en los cuales contempla a Cristo[19], sintiendo cómo resuena en su corazón el mandato del Príncipe de la paz a los Apóstoles: «Vos date illis manducare – dadles vosotros de comer» (Lc 9,13). Así pues, fiel a esta exhortación de su Señor, la comunidad cristiana no dejará de asegurar a toda la familia humana su apoyo a las iniciativas de una solidaridad creativa, no sólo para distribuir lo superfluo, sino cambiando «sobre todo los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad»[20]. Por consiguiente, dirijo al comienzo de un año nuevo una calurosa invitación a cada discípulo de Cristo, así como a toda persona de buena voluntad, para que ensanche su corazón hacia las necesidades de los pobres, haciendo cuanto le sea concretamente posible para salir a su encuentro. En efecto, sigue siendo incontestablemente verdadero el axioma según el cual «combatir la pobreza es construir la paz».
Vaticano, 8 de diciembre de 2008
BENEDICTUS PP. XVI

Material de Estudio Y Reflexión en Tiempo Navideño . Enero 2009



DIÁLOGO CON EL «NIÑO LINDO»


-Aquí me tienes, en el pesebre. Aquí, tu Dios-disponible, tu Dios Acción de gracias, tu Dios Humilde, tu Dios que todo lo recibe y todo lo da, dándose...
Por Antonio Orozco-Delclós


--Dime, Niño, ¿de quién eres, todo vestido de blanco…?--Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo
--¿DE LA VIRGEN MARÍA? ¿Cómo es éso? ¿Cómo puede ser virgen, UNA MADRE?--Cosas del Creador del Universo. Él puede hacer madre a una mujer sin contar con varón. Si el varón vivifica es porque ha recibido poder de Dios, Vida en plenitud, infinitamente fecunda. El Espíritu es Señor y Dador de vida.--Niño lindo, eres un milagro grandísimo…Pero me asalta una cuestión: ¿era menester que fuera virgen, tu Madre?--La maternidad es una maravilla y la virginidad por Amor es otra. Ninguna de las dos podía faltar en la Maravilla de maravillas. La virginidad es flor enhiesta de alta montaña, belleza inaccesible, sólo para el honor de Dios, esplendor del Espíritu en la tierra. Lo saben los limpios de corazón. La maternidad es poder de participar en la fecundidad infinita del Padre, belleza distinta, co-creante del número de los elegidos. María, es Virgen y Madre. Por tan singular privilegio, puedes colegir el valor –a los ojos de Quien todo lo ve- de lo castísimo, la hermosura de la joya en apariencia infecunda, dedicada por entero al Amor.--Por eso debe de ser, Niño de Madre Virgen, que tu carita es preciosa y tus ojos enamoran… Dime, ¿desde dónde miran tus ojos?--Mi mirada es de Niño y de Dios. Yo soy Hijo de Dios en lo eterno y de María en el mundo. Entiéndelo bien: soy Dios Hijo. El Padre y Yo somos uno. Vislúmbralo: cuando tú eras una persona pequeñita en el seno de tu madre, erais dos –dos personas distintas, pero como una sola vida. En rigor, no erais una sola vida, sino dos vidas (creadas). La tuya no era la de tu madre ni viceversa, pero tu vida estaba totalmente inmersa en el seno materno y vivías enteramente a expensas de ella, ¿me sigues?--Con esa analogía, por elevación me parece atisbar que una sola Vida (increada, infinita, plena) pueda "palpitar" en dos Personas distintas (increadas), porque ambas -siendo distintas- posean... ¿una sola substancia o naturaleza ... ?--Correcto. Y puedes intuir que Yo sea engendrado eternamente por mi Eterno Padre, y permanezca eternamente en su seno de infinita fecundidad, viviendo en plenitud la vida de mi Padre. Yo soy –el Niño remarca con énfasis el «Yo soy»- Hijo eterno en el seno eterno de la vida plena, infinitamente fecunda de Dios Padre.--¡No es tan difícil, aunque misterioso!. Continúa, Niño Lindo.LA PLENITUD DE VIDA QUE SE DA-- En mi Padre no existe el límite material que hay en las madres. Para ser Yo -engendrado eternamente por el Padre-, no he de ser «dado a luz». Yo soy la Luz, Luz de Luz. No he de nacer propiamente, y de ningún modo crecer o evolucionar dentro o fuera de Dios. Yo soy eternamente Yo. El Padre y Yo somos dos en uno. Créeme, este misterio es la sencillez suma. Somos Amor eterno, eternamente enamorados, rostro con rostro; el mío es Imagen perfecta del suyo. Con un amor tan grande y perfecto que es Amor-Persona, la tercera, el Espíritu Santo, Fruto personal de nuestro Amor, sin comienzo ni término; el Espíritu Santo es la Persona-Amor.--Tres en Uno… ¡Es de noche! Pero amanece. La Aurora es María, Madre Virgen. El Día, la Luz, es el Niño Dios, Niño Lindo, ante quien me rindo.--Yo lo he recibido todo del Padre. El Padre es EL QUE DA: LA PLENITUD DE VIDA QUE SE DA, Yo soy EL QUE RECIBE: LA PLENITUD DE VIDA RECIBIDA DEL PADRE. Mi Padre es el DAR TOTAL, Yo soy el RECIBIR TOTAL, en el seno del Único Dios verdadero. Este es el punto que quisiera meterte en la cabeza y en el corazón: en la intimidad del Dios tres veces Santo hay un RECIBIR EN PERSONA: YO. Todo lo recibo del Padre.--¿Por eso no tienes padre en la tierra?--Es una poderosa razón. Pero, cuidado, José es más padre que todos los padres del mundo; virginal, un prodigio del Espíritu, para salvaguardar la virginidad de mi Madre y darme una familia en el mundo, y sacarla humanamente adelante, defenderla, conducirla, ¿cómo te lo diría?, para ser providencia de la Providencia; y para enseñarme a ser hombre, a trabajar el hierro y la madera; y enseñar a ser padre a todos los padres. --Realmente, Niño Lindo, tú tienes palabras de vida eterna. ¡Qué preciosidad!. Eres Dios …, ¿por qué te has metido en este «berenjenal», en el espacio y en el tiempo…?--¿¡Por qué me has pellizcado!?--Para ver si eres niño de verdad, no vayas a ser un fantasma, un espectro virtual o algo así. También te podrías aprovechar de tu poder divino para neutralizar un eventual sufrimiento humano…--¡Yo bajé a la tierra para padecer…!--¿Por qué tienes que padecer?--¡Para salvarte! Mi nombre es Jesús, que significa Salvador.--Salvarme, ¿de qué?--De ti mismo, de tus cadenas--¿De mis cadenas?--Sí, de tus cadenas.--Sí…, de mis cadenas…--De tu autosuficiencia; de la falsa autosuficiencia de la humanidad. Tú y tus hermanos estáis como en Babel, construyendo un mundo de espaldas a Dios, desafiando a Dios, os creéis dioses sin Dios, empeñados en eternizar el tiempo. Sois soberbios como hijos de satanás…--¡Niño! ¡Niño Lindo! ¡Qué severidad! Asoman lágrimas grandes a tus ojos claros … ¿También los dioses lloráis?
LOS DIOSES NO LLORAN, DIOS SÍ--Los dioses no lloran, que son de piedra y metal. Dios sí, que es Amor. No se puede ver la autoperdición de un hijo, sin llorar amargamente. Se ha de hacer lo que sea, cualquier locura que el corazón dicte para recobrar la vida, ¡el amor!, de los amados. La vida es muy severa, muy seria… y ha de ser muy alegre.--Yo creía que…--Creías que Dios no tiene corazón, ni entrañas, ni lágrimas. No has leído bien la Escritura. Creías que el pecado del hombre es una banalidad. En cierto modo lo comprendo, porque el pecado supera infinitamente al hombre finito que lo comete. Precisamente porque Dios no es de piedra, ni de oro, ni de plata, por eso sufre inescrutablemente, por eso Yo he venido a la tierra: para padecer, libremente, por puro amor, para dar la vida en redención de muchos…--Niño mío, Dios mío, Madre mía… Tú, Dios Hijo, el Amado del Padre, Rostro Imagen del Padre, has venido a ser Sufrimiento del Hombre, imagen del Sufrimiento del Padre… Redentor del hombre, de la esclavitud y la muerte de los hijos, por el sufrimiento … Muchos creen en un Dios majestad, todopoderoso, y sin embargo, les repugna un Dios inerme, como tú, Niño Lindo, entre pañales, en un pesebre, y después clavado -¡vencido!- en la tortura de la cruz…--Porque su imagen es la de un Dios grande a la medida de la pequeñez creatural, un Dios en majestuosa soledad, solitario, no Amor, no Humildad. Un Dios que no sabe recibir y, en consecuencia, no sabe dar. Puede ser el Hacedor del mundo, el Arquitecto del universo, pero no el dador del don perfecto, el perdón. Un Dios que no es el Dios Vivo revelado en las Escrituras.«DIOS ES FAMILIA»¡Dios es Familia!, es Padre (Paternidad), Hijo (Filiación) y Amor (tercera Persona), la esencia de la familia. Por eso, al venir al mundo, al humanarme, he querido nacer en una «familia esencial», espejo de la Trinidad del Cielo, modelo de todas las familias de la tierra, para iniciar un gran movimiento -«revolución», podrías decir, en tu concepto- que alcance a hacer de todas ellas, una sola, íntimamente enlazada a la Familia que es Dios Trinidad. Sólo hay un enemigo: la gran estupidez bien llamada soberbia, la autosuficiencia. Mi Padre os ha hecho a nuestra imagen y semejanza: el hombre supera infinitamente al hombre. Finito por naturaleza se halla abierto al Infinito por la inteligencia y el amor. Por eso se puede confundir con Dios. Pero con un Dios falso, soberbio, sin humildad, sin capacidad íntima de recibir. Por eso vengo Yo, Humildad en Persona, despojado de todo vestigio de gloria celestial y me veréis en la más ignominiosa humillación. Para que entendáis que si la indigencia, la pobreza, la tortura, la angustia, el pavor, la tristeza de muerte y tantas cosas que sufriré en mi Pasión hasta la muerte de cruz, es digna de Dios –porque si no, por ahí no pasaría-, todo eso es también digno del hombre. Más aún, ahí está la medicina, la salvación de lo que más importa: la curación radical de la soberbia. ¡Contra soberbia, humildad! ¿O has olvidado lo más elemental del Catecismo?SÓLO EL QUE SABE RECIBIR, SABE DARYO SOY LA HUMILDAD, la virtud del que recibe, no de cualquier manera, sino reconociendo el don. ¿Reconoces ahora mismo estar recibiendo cada uno de los latidos de tu corazón? ¿Reconoces que cada instante de tu vivir, sea como sea, es don? Saber recibir, es saber agradecer el don. ¿Agradeces cada respiración, cada uno de los pasos que puedes dar en la vida, y los que no puedes dar, porque no los necesitas? ¿Andas por ahí quejumbroso como si no fueses hijo de Dios? Yo me siento tan a gusto entre las pajas del pesebre, como en los mullidos divanes de los ricachones, como en el lecho vertical de la cruz. Entiéndeme, estoy feliz, porque lo entiendo, en todo caso, como don recibido del Padre para mucho bien. Sólo el que sabe recibir, sabe dar. Recibir, reconocer, agradecer, es tanto como decir estar disponible, ponerse a disposición de mi Padre, puesto que todo cuanto soy y puedo es don suyo. Toda su providencia es amorosísima y sapientísima. Es preciso aprender a leer en ella, en las cosas que pasan y me pasan, que te pasan. Disponibilidad es actitud de darse sin reservas a la sabiduría y al amor del Padre. Es no tener otro norte. Vivir por Él y para Él. Más fácil: mirarme, contemplarme, y seguirme, sin pararte a pensar que no vales, que no sirves, que eres un miserable… ¡los miserables! Muchos le llaman a esto humildad, pero no es más que cobardía y comodidad. Es verdad si lo dices prescindiendo de Mi: sin Mi no puedes nada, no vales nada, no puedes nada, ni siquiera existes. Pero si tienes un aliento de vida, puedes amar, puedes seguirme. Intentarlo al menos, ya es seguirme. Ya tienes un don que reconocer, agradecer y dar y hacerlo fructificar en la banca del amor. Yo también daré un último aliento y pondré mi espíritu en manos de mi Padre en un acto supremo de Redención.Aprende de mi Madre. Ella no dice: ¡ah, Señor, yo sirvo de esclava, pero nada más. No podré ser tu Madre!. ¡No! Dice: ¡Hágase en mi según tu palabra!. Esto es humildad. Si te quedas enredado en tus miserias serás cada vez más miserable. ¡Eres hijo de Dios! ¡Atrévete a serlo cada día más! Tienes talentos. Aprende a recibirlos, los que sean, sin humillación. ¡Agradécelos!. Da gracias siempre por todo, a mi Padre y a aquellos de quienes se sirve mi Padre. Así estarás siempre disponible para dar y darte con una humildad que te llenará de alegría.--Niño Lindo, ante ti me rindo, Niño lindo, eres tú mi Dios… Me lo das todo, te me das entero en la Eucaristía. ¡Belén permanente! Sálvame de mí mismo, de todas las cadenas que me impiden recibir con libertad tus dones y darme, a Ti y a los demás.--Aquí me tienes, en el pesebre. Aquí, tu Dios-disponible, tu Dios Acción de gracias, tu Dios Humilde, tu Dios que todo lo recibe y todo lo da, dándose: ha venido no a ser servido sino a servirte, despojado de toda gloria divina y de toda gloria humana, para necesitarte, para recibir tu calor y tu fuego, tu ternura y compasión, delicadezas de amor y reciedumbre, fortaleza, oración, trabajo, apostolado… ¡Ven y sígueme!. Crece conmigo, en sabiduría, estatura íntima y gracia ante Dios y ante los hombres. Hazte niño y cántame como si fueras Yo:
Mi Madre es del Cielo, mi Padre también. Yo bajé a la tierra para padecer (bis)…,Después, el Belén eterno. Ahora, el ciento por uno y más tarde, no mucho más tarde, la Vida eterna.

REFLEXIONES PASTORALES SOBRE EL TIEMPO DE NAVIDAD. Enero 2009


Alegría de Navidad
Ramiro PelliteroArvo.net, 24.12.2008
“La habilidad no está en organizar una fiesta, sino en traer a personas capaces de poner alegría”. Son palabras de Nietzsche citadas por Benedicto XVI. Haciendo balance del año 2008, el Papa ha vuelto sobre uno de sus temas favoritos: la diferencia y la relación entre la fiesta y la alegría. No es la fiesta la que causa la alegría sino al revés. La verdadera fiesta es manifestación de la alegría.
Esto se comprueba en las fiestas cristianas, de un modo particularmente entrañable en la Navidad. “Cada familia siente el deseo de reunirse, para disfrutar la atmósfera única e irrepetible que esta fiesta es capaz de crear”. Según el Papa, una fiesta es “un acontecimiento en el que todos están, por así decirlo, fuera de sí mismos, más allá de sí mismos, y así consigo mismos y con los demás”.
Cabe preguntarse: ¿no es esto una paradoja? ¿Cómo es posible que saliendo de sí mismo alguien se sienta feliz? Podría suceder por una evasión de los problemas de la vida, a veces acuciantes. Así se produciría quizá una alegría como efecto de la fiesta, pero una alegría artificial y efímera. La alegría auténtica no es esa. El “éxtasis” auténtico no puede ser una droga alienante, sino el rechazo del egoísmo, para ir al encuentro de Dios y de los demás. En ese proceso cada uno encuentra lo mejor de sí mismo. Y esto es posible porque estamos hechos en conexión con ellos. Por eso cuando descubrimos y vivimos esa conexión, surge la alegría, que a su vez acrecienta la comunión.
La alegría cristiana no aparece como resultado de la fiesta, sino que antecede a la fiesta, es la causa de la fiesta, porque lo que se celebra es que Dios está con nosotros: “Él está presente –señala el Papa–, Él entra en medio de nosotros. Se ha abierto el cielo y esto hace luminosa la tierra. Esto es lo que hace alegre y abierta la vida y lo que nos une con una alegría que no es comparable con un festival rock”.
Nietzsche tenía razón al decir que la clave no está en la “fiesta” como actividad, sino en la fiesta como manifestación de la alegría de las personas. “La fiesta –observa el Papa– es parte integrante de la alegría. La fiesta se puede organizar, la alegría no. Sólo puede ofrecerse como don”.
Es lo que se expresa en los “Belenes” o en los “Nacimientos”, y también en los Iconos orientales de la Navidad. Cada vez que preparamos materialmente esas representaciones o las contemplamos, hacemos no “un juego de niños”, sino un ejercicio de madurez: caer en la cuenta de lo más bello y más grande que jamás ha podido suceder: el acontecimiento maravilloso de un Dios –el único vivo y verdadero– que entró en la vida de los hombres para compartir todo lo nuestro y ofrecernos todo lo suyo. Es también lo que cantan los villancicos.
Los adultos nos acostumbramos a todo y somos capaces de matar la vida. Los niños, en cambio, pueden dar vida a unos tacos de madera. Por más que la tecnología trate de hacer juguetes casi humanos, no alcanzará la capacidad de soñar que tienen los niños. Dios se hizo hombre haciéndose primero, como es normal, niño. Y así comenzó a mostrar claramente su corazón.
La Navidad trae la alegría, no como un sentimiento superficial y pasajero, sino como un don de Dios. Según San Pablo, la alegría es fruto del Espíritu Santo que nos incorpora a la vida de Cristo. Y para Benedicto XVI, “la alegría es el don en el que todos los demás dones están resumidos. Es la expresión de la felicidad, del estar en armonía consigo mismos, algo que sólo puede derivarse de estar en armonía con Dios y con su creación. Forma parte de la naturaleza de la alegría el irradiarse, tener que comunicarse. El espíritu misionero de la Iglesia no es más que el impulso por comunicar la alegría que se nos ha dado”. Esa alegría que es capaz de convertir en fiesta todos los días de la vida.

*Ramiro Pellitero, Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Universidad de Navarra

Clara homilía de Benedicto XVI en la 42ª Jornada Mundial de la paz (1 de enero 2009):




>> Redescubrir la sobriedad, la justicia y la solidaridad para combatir la miseria

Acaba de terminar la clara y en cierto modo sorprendente homilía de Benedicto en San Pedro.
Un minuto después aparece el
texto italiano en la página web del Vaticano.


(No hay que confundirlo con el texto del
"Mensaje" para esta Jornada Mundial de la Paz, igualmente titulado "Combatir la pobreza, construir la paz", ya difundido hace días).

Poco después,
en el Ángelus, El Papa ha pedido con tonos profundos, "Justicia y modelos económicos nuevos", y ha ofrecido a los responsables de las Naciones y de los Organismos internacionales "la contribución de la Iglesia católica en la promoción de un orden mundial digno del ser humano". Asunto que enseguida recogen algunos medios como Repubblica: Durante la messa e, poi, all'Angelus, Benedetto XVI ha lanciato appelli alla "Comunità internazionale" per affrontare in profondità la situazione.

Traduzco sobre la marcha algunos párrafos de la Homilía. Al hablar de la pobreza, indica que se pueden distinguir dos tipos de pobreza:
Por una parte, la pobreza elegida y propuesta por Jesús. Por otra, la pobreza de combatir para hacer el mundo más justo y solidario.
La primera encuentra lugar su contexto ideal en estos días, en el tiempo de Navidad (...).
[Pero] hay una pobreza, una indigencia, que Dios no quiere y que debe ser "combatida", como dice el tema de la Jornada Mundial de la Paz de hoy.
Una pobreza que impide a las personas y a las familias vivir según su dignidad. Una pobreza que ofende la justicia y la igualdad que -en cuanto tal- amenaza la convivencia pacífica.
En esta acepción negativa están las forms de pobreza no material que pueden encontrarse incluso en las sociedades ricas y avanzadas: marginación, miseria en las relaciones, miseria moral y espiritual.
En mi Mensaje he querido considerar atentamente de nuevo, siguiendo a mis Predecesores, el complejo fenómeno de la globalización, para valorar sus relaciones con la pobreza en gran escala.
Ante plagas como las enfermedades pandémicas, la pobreza de los niños, y la crisis de alimentos, he debido volver a denunciar la inaceptable y creciente carrera de armamentos.
Por una parte se celebra la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y por otra se aumentan los gastos militares, violando la misma Carta de las Naciones Unidas, que se compromete a reducirlas al mínimo. (...)
La actual crisis económica global debe ser vista en ese sentido como un banco de prueba: ¿estamos dispuestos a leerla en su complejidad, como un desafío para el futuro y no sólo como una emergencia a la que hay que dar respuesta a corto plazo?
¿Estamos dispuestos a hacer juntos una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante, para corregirlo de modo concertado y con una visión amplia de conjunto?
Estos es algo que exige, en realidad, más aque las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud ecológica del planeta y, sobre todo, la crisis cultural y moral, cuyos síntomas son evidentes desde hace tiempo en cualquier parte del mundo.
Conviene entonces establecer un "círculo virtuoso" entre la pobreza "a elegir" y la pobreza "a combatir". Aquí se abre una vía fecunda de frutos para el presente y el futuro de la humanidad, que podría resumirse así:
para combatir la pobreza inicua, que oprime a tantos hombres y mujeres y que amenaza la paz de todos, conviene redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al tiempo universales.
En concreto, no se puede combatir eficazmente la miseria si no se hace aquello que escribe san Pablo a los Corintios, es decir, si no se busca de "hacer igualdad", reduciendo el desnivel entre quien despilfarra lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario.
Esto comporta elecciones de justicia y de sobriedad, elecciones obligadas por la exigencia de administrar con sabiduría los limitados recursos del planeta. (...)
Así, en la Iglesia, el voto de pobreza es el compromismo de algunos, pero recuerda a todos la exigencia del desprendimiento de los bienes materiales y la primacía de las riquezas del espírtu. Este es el mensaje a escuchar hoy:
la pobreza del nacimiento de Cristo en Belén, además de ser objeto de adoración para los cristianos, es también escuela de vida para cada persona humana.
Escuela que nos enseña que para combatir la miseria, tanto materail como espiritual, el camino a recorrer es el de la solidaridad, que llevó a Jesús a compartir nuestra condición humana. (...)
Imagino que todo esto son presagios o barruntos acerca del contenido de la próxima Encíclica de Benedicto XVI, sobre "doctrina social"...
JJG Noblejas
©Arvo.net, 13/01/2008Edita Asociación Arvo, Salamanca; Coordina: Antonio Orozco DelclósTodos los derechos reservados. Se permite la difusión en Internet con enlace a esta página

URGENTE LLAMADO A LA ORACIÓN Y LA SOLIDARIDAD. Enero 2009



Con urgencia se necesitan dadores de sangre para la menor María de los Ángeles Pizarro Saá, que la noche del pasado domingo sufrió grave accidente automovilístico con su familia. La madre de la menor, es la Administradora de Bienes del Obispado de San Felipe, la Señora María Saá, quien también se encuentra internada en Viña del Mar.
Ella es una funcionaria conocida por todos quienes servimos en nuestra iglesia diocesana, de gran voluntad y carisma pastoral. Sin duda que además de la ayuda con DADORES DE SANGRE EN EL HOSPITAL SAN CAMILO DE SAN FELIPE A NOMBRE DE LA MENOR, es de extrema URGENCIA. Y no dudamos que ustedes como agentes pastorales sabrán organizarse para ir en su ayuda.
Además invitamos a ORAR por la pronta recuperación de toda esta familia.
MAS DATOS
Los dadores de sangre son para María de los Ángeles Pizarro Saá, quien es hija de la administradora del Obispado de San Felipe y representante legal de Radio encuentro, señora Maria Saa. La menor, que cursa 2 año medio en el Colegio Santa Juana de San Felipe, sufrió un accidente automovilístico que la tiene actualmente en estado grave e inconciente, con múltiples fracturas en dependencias de la Clínica Miraflores de Viña del Mar. Los dadores de sangre pueden Presentarse este miércoles 31 de diciembre en laCasa Pastoral del Obispado de San Felipe, Cajales 54 a las 8 de la mañana, donde un minibús les llevará y traerá a viña del mar. Las personas interesadas en donar sangre, por favor llamar al teléfono 511025.
FUERA DE ESTE PLAZO TAMBIÉN SE ESTAN RECIBIENDO DONACIONES DE SANGRE SEGÜN HEMOS RECABADO INFORMACIÓN